LA TELARAÑA: El sacrificio cero

viernes, enero 29

El sacrificio cero

La Telaraña en El Mundo.



Hay días en que uno se descubre, como por asalto, inmerso en un reseco erial sin otra salida -al menos, digna- que el silencio, la cautela, el aislamiento y la reflexión ante las oblicuas aristas de la realidad. Pero también hay días -qué alivio- en que sucede lo contrario: las puertas del discernimiento se abren de par en par y asemejan surtidores instintivos de proyectos e ideas, fuentes milagrosas donde el mundo se renueva sin dejar de ser el que siempre fue. Conviene tomar buena nota de esos estados de ánimo. De ambos. El silencio que sigue a un trueno puede ser tan ensordecedor como el de la respuesta a una oración, si no más.

Pero a lo que iba. Mientras yo puedo, si las ideas me rehúyen, refugiarme en la perplejidad -o en la ironía, la desidia y otras suertes comunes- los políticos han de fingir, de prestado, su inagotable filón creativo, la novedad iniciática de su pleonasmo, su lenitiva vocación de enormes manipuladores. Gente de acción y recursos. Ya se sabe.

Así, pues, no extraña que Miquel Ángel Llauger, la sonrisa verde de un cactus en el desierto de la inteligencia, desee prohibirnos las corridas de toros, la doma de fieras en los circos, el tiro al palomo y no sé cuánta prosa más. Quiere el «sacrificio cero» de los animales. Perfecto. Ese mismo sacrificio cero se lo exigiría yo, a la clase política, para con la sufrida ciudadanía. Pero es sólo un por decir. Que conste.

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