LA TELARAÑA: La cuadratura del cisma

sábado, enero 23

La cuadratura del cisma

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que el congreso ocasionará un cisma en el PP de Baleares?




. Pero para hablar de cismas -y más si se trata de abordarlos en casa ajena y desconocida- hay que andarse con pies de plomo y tantear antes, con suma atención y prudencia, el trasunto completo del paisaje, sus aristas ocultas y su orografía sumergida, no vaya a ser que nos topemos con algún simulacro de Iglesia y, allí mismo, en la sacrosanta piedra fundacional de su Becerro de Oro, ese espejismo, tengamos que enfrentarnos a un muro simulado de las lamentaciones o a una imaginaria pila bautismal donde unos y otros quieren repartir, a destajo, sus credenciales exclusivos de fe y hasta, si se les deja hacer, los eventuales pasaportes políticos cara al futuro electoral -esa entelequia, al parecer, tan bien remunerada- sin que el gatuperio sirva para otra cosa que para sumergirse, de por vida, en el infierno en llamas de la confusión y el caos.

El asunto, pues, no tiene fácil diagnóstico, porque no es lo mismo pretender ser un cismático cuando los demás te tienen por un hereje de toma y daca, un apóstata de cuidado, que aparentar poseer un ánimo ortodoxo y sereno cuando la heterodoxia la llevas impresa en el alma, dibujada en la frente y quién sabe si también colgada, y no como una rueda de molino, sobre las espaldas. Cuánto pesa ese dedo acusador.

Pero ahora, cuando los clarines ya han anunciado, desde las alturas celestiales de la calle Génova, el visto bueno a un Congreso Extraordinario abierto a las opiniones de los 18.000 afiliados al Partido Popular en las islas y hasta el propio José Ramón Bauzá le ha puesto fecha -el 6 de marzo- al evento, es cuando empiezan a vislumbrarse las maniobras orquestales -el poder tiene sus cúpulas y tiende a guardarlas muy celosamente- en busca de la unidad monolítica de una candidatura única que trueque -sin que se note mucho, por supuesto- lo que parecía querer buscarse, es decir, la clarificación de ideas a través de la confrontación y la divergencia, la policromía de la luz común en base a sus destellos personales, por el triunfo, en definitiva, de la mediocridad consensuada para que todo siga igual aunque parezca lucir distinto. Qué va. Para este errático viaje mejor no hacer, siquiera, las maletas y más aún: si, para preservar la inteligencia y la libertad individuales frente a la estulticia del aparato, hay que hacer otra cosa -y quizá haya que hacerla- bienvenido sea el cisma. Y el futuro.

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