LA TELARAÑA: Del desencanto y otras asfixias

sábado, abril 24

Del desencanto y otras asfixias

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que deben convocarse elecciones tras el presunto fraude electoral de UM?



No. Hay que ver lo mal que se hacen o van haciendo las cosas, las pocas luces que tienen o tenemos, la bajeza de miras, la cortedad de espíritu y, en definitiva, el raquitismo social con que, entre unos y otros, se afrontan los grandes temas de Estado. Porque la Democracia es un gran tema de Estado, aparte de ser un estado muy especial y significativo de las cosas, un tema que le viene grande al propio Estado o un estado enorme, cultural y surrealista de las cosas, que las deja como ingrávidas, flotando en mitad de todos y de nadie, sin más sostén que algo muy pequeño llamado voto, esa especie de contrato anónimo que pretende garantizar el orden y, en ocasiones, sólo da para establecerse -de precario- en el desorden, el caos y el bullicio mercantil de la oferta y la demanda. Un hombre. Un voto. Pues no sé yo. El peligro está en la letra pequeña. Pero vayan haciendo cuentas.

Podríamos estar todos -y aquí todos quiere decir todos: toda Palma, toda Mallorca y hasta las Baleares enteras, si se quiere- con ochenta miserables euros en el bolsillo y además con sueldo, que no trabajo, en Emaya. Qué gran sociedad sería esa. Vaya edén. Qué parodia del nacionalismo más orwelliano. Qué éxito. Todos fichando al amanecer -o por turnos, que no hay por qué madrugar más de la cuenta- en Emaya. Todo el pueblo en nómina y todas las nóminas en el banco único y absolutista de UM, en su caja fuerte o en la caja fuerte, muy fuerte, del futuro perfecto y hasta pluscuamperfecto, del futuro resuelto y disuelto en la sopa boba, en el coge el dinero y corre, corre o vuela, vuela, pero no mires atrás, no retrocedas, no reflexiones, no cambies de opinión, no traiciones. Adelante. Siempre adelante. Se hace camino al andar y nada cambia, sólo se transforma, o al revés, y así hasta coger con las pinzas del entomólogo (o del humanista, que es lo mismo) todos los tópicos que se puedan y alguno más. Una infinitud. Una miríada. Un colmenar. Unas cuantas toneladas de grava. No pasarán. Qué va.

Llego a este punto y respiro. Conviene hacerlo para alejar las náuseas o demorarlas, para enlentecer el discurso y saborear el poco aire limpio que aún nos queda contra la asfixia ambiental del pensamiento, la lengua y la usura únicas. Llego a este punto y a este lugar del desencanto sin ánimo, siquiera, para reclamar unas nuevas elecciones. Esta farsa sucesiva ya empieza a hartarme.

Etiquetas: