LA TELARAÑA: El callejón sin salida

sábado, octubre 30

El callejón sin salida

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que Jaume Font debería ir en las listas electorales en caso de que deje de estar imputado?

Sí. Enredarse con los flecos sueltos del surrealista devenir del tiempo, esa sucesión imprevisible de fracasos y éxitos, de etiquetas fugaces y caprichosas, esa disparatada antología de instantes, tan sorpresivamente detenidos (y gélidos) como derretidos (y aún humeantes), tiene un enorme peligro. La gramática enloquece cuando el contexto cambia y, entonces, su eco, aturdido, nos devuelve unos colmillos afilados donde antes había, tal vez, los restos de una breve caries aplacada o el orgulloso resplandor –ahora dormido- de una gloriosa muela del juicio. La retórica titubea, el discurso vacila, las frases se entrecortan y, al fin, la obra entera –ese proyecto, por definición, inacabado- se disuelve en el galimatías absurdo de un estrecho y ruidoso callejón sin salida.

Contra esa pared imaginaria debe andar estos días, con motivo, José Ramón Bauzá jugando al viejo frontón de las ideas y los hechos, evaluando idas y venidas, declaraciones y declamaciones, listas negras y blancas de una compra a crédito sin más aval que la obligada regeneración –curiosa palabra, si hablamos de política- de unas sombras chinescas recortándose, traviesas, gruñonas o sólo alucinadas, contra el muro de la realidad, las elecciones, el poder, los barones y sus baronías, la selecta cola de los escogidos dando vueltas y más vueltas –vaya tedio- sobre una pista escabrosa y, por supuesto, resbaladiza. Impracticable. O eso creo.

Es por ello que a Bauzá no le queda otra –si se confirma la nueva situación judicial del de Sa Pobla- que devolver a Jaume Font a la parrilla de la que fue, cabalmente, expulsado. Pero aquí, como en muchos otros sitios, las razones y los méritos se solapan y confunden. ¿Se prescindió de Font por ser imputado o por ser de la cuerda que es? ¿Tiene cabida en el PP que anhela Bauzá –y en alguno de sus mejores hangares, por supuesto- alguien que se autodefine como político profesional –y sólo eso, y sea eso lo que fuere-, alguien que no disimula su militancia catalanista ni su participación activa en el engendro infinito y aberrante de la OCB? No tengo la más remota idea. Hay en el camaleonismo de algunos –o de muchos, siendo sincero- un par de componentes, o quizá más, unas docenas, que, rigurosamente, se me escapan por completo. Algo ajeno que nunca alcanzaré a entender del todo. Pero eso es culpa mía. Nunca fui un estratega y se me nota. Seguro.

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