LA TELARAÑA: La cuarentena del frío

viernes, octubre 15

La cuarentena del frío

La Telaraña en El Mundo.


No sé dónde se agota la realidad; si en nuestra capacidad de asombro o de indiferencia, si en la fatiga ante lo indescifrable o en el hartazgo final de casi todo, el trabajo y los días, las horas de rutina o creación, la cuarentena del frío y el abrigo de la ternura, el silencio, la risa y hasta el vaivén cómplice de la amistad… ¿Por qué no decirlo?

La amistad tiene buena prensa, pero no deja, a veces, de convertirse en algo despótico y voluble. En algo que, además, suele fallarnos cuando más nos urge. Pero no siempre. Todo cuanto amamos anida en algún lugar esquivo y arriesgado; similar, acaso, al filo terrible –entre la luz y la sombra, perpetuas- de «Gliese 581g», un planeta situado más allá de Orión, el brillo de los rayos C –nivel C de catalán, claro- y la oscuridad de la puerta de Tannhäuser, que descubrió, no la UIB, como hubiéramos preferido, sino unos astrónomos de la Universidad de California y el Instituto Carnegie de Washington. Un lugar inalcanzable pero poético, excitante, quizá sagrado.

Mientras tanto, acabo de recibir el aviso de que el Partido de la Libertad Individual (P-Lib) sigue mis nótulas en Twitter, nada menos. Será que ya no estoy para según qué trotes, pero yo me afiliaría a ese, o cualquier otro grupo afín, si me demostrasen que sólo aspiran, de veras, a culminarse en sí mismos y entonces, éticamente, a desaparecer como por ensalmo. De libertad, sin duda.

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