LA TELARAÑA: La divina comedia

viernes, noviembre 26

La divina comedia

La Telaraña en El Mundo.


A veces, un baño de estricta realidad –una torrencial ducha fría- no deja de ser algo tan áspero como gratificante. Me explico. Paseaba el miércoles por el Borne cuando advertí más bulla de la habitual en los aledaños de Can Alomar, ahí mismo donde hace años una señora nos vendía el mejor tabaco de contrabando del mundo y ahora Louis Vuitton ha abierto su selecta tienda.

Quise saber qué se cocía, pero al entrar –o casi- las dos atractivas porteras del zaguán me frenaron aireando una presunta lista de invitados. La ojeé de soslayo. Muchos nombres extranjeros. «¿Es una reunión exclusiva?», pregunté, antes de hacerme pasar por María Antonia Munar, por ejemplo. «Sí, mañana abrimos al público», me dijeron. Entonces reculé, consciente de ser parte de ese “público” que no figura en más listas que las del paro, la clase media o vaya usted a saber qué otros infiernos o purgatorios.

De ahí, me fui a un bar con mi nueva condición asumida. Cogí la prensa. En varias fotos, los políticos, desde Antich a Rodríguez, pasando por Diéguez, lucían el mismo lazo en la solapa. «Cuánto adoran los símbolos», pensé, antes de extasiarme con la mesa redonda –creo que con brasero incluido: la llama de la lengua arde lo suyo- que reunía a Antich con los líderes de OCB, Bloc, STEI y demás caterva. Lástima que los nuncios lingüísticos de la UIB no acudieran. Me quedé con las ganas de reconocerlos. Otra vez será.

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