LA TELARAÑA: Adiós, adeu, Govern

sábado, marzo 12

Adiós, adeu, Govern


La respuesta al debate de los sábados en El Mundo¿Cree que el rechazo al catalán demuestra que el Govern se equivocó al imponerlo?
  

Sí. Mezclar conceptos tan relativos y esquivos, tan íntimos y sutiles, tan sujetos, a la vez, a la necesidad y al azar, como son la lengua en que uno se expresa de preferencia y el volátil territorio en el que se vive, sólo puede conducir a magníficos callejones sin salida, a paredones como muros de acero donde no cabe, ni siquiera, el tisú de las lamentaciones, a pozos enormes como agujeros negros, a formidables trágalas del dinero público, de la oficialidad constituida, de la insignia patria, de la estupidez normativa, de la burricie filosófica, de la angostura cafre y la vagancia espiritual, de ese extraño universo subterráneo donde los gobiernos pierden de vista el día a día y se quedan ahí, flotando, entre sudorosos espejismos, en los que la fiebre aprieta, y temblorosas pesadillas por donde rondan, voraces, los alienígenas y los mutantes, las quimeras y los fracasos, los eternos planes cuatrienales y los imposibles balances sin más cuadratura que la del círculo, ese lugar del que nunca se sale cuando se está adentro.

Para gestionar la realidad, lo primero es aceptarla y lo segundo, no ponerle las manos -¡y qué manos tan sucias!- encima, que eso es perversión insostenible, no sé si de género o de sexo oral, de materia en salmuera, de manipulación acreditada, sí, pero en cualquier caso, intolerable. Pero para la gestión -algo tan simple- no sirve este Govern. No sé para qué sirve. ¿Sirve para algo este Govern? ¿Sirve o se sirve? ¿Nos sirve? ¿Sirve?

Tantas servidumbres concluyen en una hermosa piedra de molino colgada al cuello cuando ya no hay hombros -¡ni hombres!- capaces de soportar tamaña gravedad. Se trata de un descenso rápido hacia la oscuridad y la asfixia. Hacia la nada. Un viaje desolador que, como es lógico, precisa de alguna distracción para irlo padeciendo como si fuera otra cosa. Vengan, pues, las encuestas. Lengua común, lengua propia. Una ristra de sandeces entre las que nos dan a elegir, cuando la elección ya no es posible ni lo fue nunca. Pero hay que justificar las nóminas, sus peajes silentes a un dios menor y minúsculo, al súcubo o al íncubo de la identidad, esa glosa indecible, ese cúmulo de señales perdidas en la niebla, en la tribu, en la sangre. O en la noche repleta de cristales y cuchillos, de aristas cortantes, de heridas abiertas, de catástrofes y, finalmente, de éxodos. La noche de los tiempos. Adiós, adeu, Govern.




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1 Comments:

Blogger Pau Llanes said...

Y mientras tanto... algunos tuvimos que exiliarnos por pura necesidad...

14 de marzo de 2011, 21:39  

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