LA TELARAÑA: Apuntes de viaje

viernes, marzo 25

Apuntes de viaje

La Telaraña en El Mundo.
Si no ha terciado un maremoto, una nube tóxica o un misil perdido de la guerra en Libia, esa guerra confusa -¡y el polvorín, alrededor!- de la que se ignora todo, hoy estaré en Madrid, retozando muy cerca de Atocha y el 11M, para repetir la descreída liturgia que suelo celebrar tras cada nueva entrega a la imprenta. Aquí el libro, su noticia, es sólo un pretexto para reunirme con amigos y algún que otro lector anónimo. Casi todo, en la vida, nos sirve de excusa para ni se sabe qué. Pero tanto da.
Lo que vale es ir haciendo. Ir pasando páginas como si surcáramos el universo con la sola misión de doblar la próxima esquina y la otra y la siguiente y así, ya en círculos o en oblicuas diagonales, concluir que no existe ese callejón sin salida donde el caos o la inercia política intentan confinarnos. Ese paredón. Esa mazmorra.
Me voy yendo, pues, como quien no quiere la cosa. Pero la quiere. Lo último que supe de Mallorca fue que los náufragos del Parlament cerraron la legislatura encantados de haberse conocido y de no volver a verse jamás. Firmaron una Ley de ciencia ficción y Buen Gobierno y abortaron una Ley de Igualdad, porque el PSIB, en el último suspiro, no aceptó la custodia compartida. Quizá, al volver, le dedique unas líneas al cretinismo de los que, en vez de abrirse al abanillo de las diferencias, se aferran al cerrojo de la uniformidad. Kafka ya lo hizo y ni caso le hicieron.

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