LA TELARAÑA: Serpientes de verano

jueves, julio 14

Serpientes de verano

La Telaraña en El Mundo.
  
Aunque el tópico -ese aforismo tullido entre los pesados brazos de la inercia- suela identificar el verano como la mejor época del año para acometer, al fin, ese inmenso abanico de lecturas pendientes que siempre se nos acumulan, la verdad es que no comparto esa idea. Para nada. A mí el sudor me bloquea los textos ajenos, me los convierte en galimatías indescifrables, en losas que me agobian -o repelen- y en laberintos sin más salida que la huida previa. Mejor ni entrar en ellos. Ni asomarse, siquiera.
Prefiero, al contrario, las páginas absolutamente en blanco, los territorios vírgenes donde sé que cualquier signo que me dé por escribir se multiplicará al instante, quizá porque la tinta y el sudor suelen jugar a diluirse y a formar espejismos acuosos y, quizá, sulfúricos, en los que las frases empiezan asemejando fonemas unicelulares y acaban convirtiéndose en enredadas y caleidoscópicas serpientes. De verano, claro. Pero cosas así son las que diferencian la literatura de otras prosas. O el desnudo total de los ejercicios de estilo.
Con todo, hay que ceñirse, también, a los hechos, para no espantar las pocas ideas que sobreviven a la canícula. Me asombra el trabajo de los chicos del 15M, sección anti desahucios. Y lo mismo diría de las cuentas atadas y bien atadas de Carles Manera. Es lo que tiene atar las cosas con según qué nudos. Que se deshacen solos y no queda títere en pié.

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