LA TELARAÑA: Perdido en la traducción

viernes, agosto 12

Perdido en la traducción

La Telaraña en El Mundo.


Resulta divertido y, sobre todo, muy aleccionador leerle a Jaume Mateu las soflamas, y también los sofismas, sobre la presunta constitucionalidad, o no, del proyecto de modificación de la Ley de Función Pública. Ya saben, esa prevista pero, en la práctica más que dudosa (y lo digo absolutamente en serio), liquidación definitiva del catalán como excluyente requisito lingüístico para engrosar las filas de la administración; es decir, el umbral, los pasillos y los despachos de las ásperas ventanillas que antes eran las del «Vuelva usted mañana» y hoy son, en el mejor de los casos, las del «Si lo sé, no vengo». Ni vuelvo. Ni por asomo. Ni por error. Ni a rastras. Ni loco.

Parece que el presidente de la OCB acaba de presentar un voluminoso pliego con una docena larga de alegaciones, más o menos jurídicas, para acabar concluyendo que retocarle los privilegios al catalán es, no solo inconstitucional, sino también inconcebible. Pues no sé yo. No sé a qué Constitución atiende esta gente, si a la que les engorda a base de subvenciones de varios gobiernos autonómicos o a la que querrán imponernos en cuanto puedan.

La disyuntiva es, sin embargo, estéril. Conozco funcionarios que prefiero que me hablen en catalán que en español. Se les entiende mejor y más claro. Pero no seré yo quien exija más certificados lingüísticos. Todas esas discriminaciones las dejo en mano de los de siempre. Allá ellos.



Fe de Erratas: Y la errata es mía y no del periódico. Sería la risa, la fonética o los desbarajustes del calor, pero a Jaume Mateu le llamé, por equivocación, Jaume Tomeu. Más fácil me hubiera sido explicarlo si, por un aquel, le hubiera llamado Pere Mateu, pero no es el caso.

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