LA TELARAÑA: Del cine y las ideas

lunes, julio 25

Del cine y las ideas

La Telaraña en El Mundo. 
Dicen que las películas del reciente Premio Nacional de Cinematografía, el mallorquín Agustí Villaronga, provocan entusiasmo en unos y desdén en otros. El aplauso más encendido o el desprecio más absoluto. La verdad es que no podría situarme en ninguno de esos bandos, porque jamás le pude aguantar, entera, ni una sola de sus obras. Un exceso de superfluo simbolismo y de tendenciosidad conceptual, fácilmente identificables, me lo impidieron. Pero ese no es su problema, sino el mío. O ni eso.
Con todo, lo mejor que le puede pasar a un creador -aunque lo sea de un arte tan manufacturado y coral como el cine- es tener a la crítica dividida, pero no indiferente. En ese contraste de opiniones es donde las ideas de cada uno encuentran su abono más fértil, su cúspide y tal vez su ocaso. Su razón última, su crisol de matices.
Pero yo no sé si las ideas tienen dueño. Si son del primero que las enuncia o si son de todos los que las llevan consigo sin necesidad alguna de pronunciarlas. Apostaría por lo segundo, pero quién sabe. A veces, el lenguaje nos desborda y nos abre a realidades que ni en el mejor de los delirios acertaríamos a describir, pero también, en otras ocasiones, son las intermitencias del día a día, el trato arduo con los demás y, sobre todo, la reflexión íntima, las que nos evocan las ideas más luminosas y los aforismos más exactos. Tendré, quizá, que revisitar la obra de Agustí. ¿Y si sigue sin gustarme? Pues paciencia. Siempre nos quedará Kubrick.

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