LA TELARAÑA: Cárceles y purgatorios

jueves, marzo 22

Cárceles y purgatorios

La Telaraña en El Mundo.
  
Recorro las líneas finales de la sentencia de Matas -et álii- y me digo que la condena no es el tiempo, sino el espacio. Que el tiempo pasa de todas formas y que son sus coordenadas físicas -las cuatro paredes, quizá, de una celda anónima- las que oprimen o liberan el espíritu, lo redimen o, al revés, lo sepultan para siempre. Con todo, hay un dinero que aún se nos debe. Bien haría, Bauzá, en reclamarlo para paliar recortes y recuperar, además de la transparencia política, lo que nunca debieron defraudarnos.
Está, pues, el tiempo y está el espacio. Y también los juegos malabares. A día de hoy, si los médicos no han deshecho el entuerto, Jaume Bonet, el jubilado en huelga de hambre contra la política lingüística del Govern, habrá perdido más de veinte kilos. Estará, ya, en los huesos de su vida en catalán o en lo que quiera. En el purgatorio de la agonía. O más allá de su conciencia. Y total, para nada.
Porque, así, a bote pronto, sólo se me ocurren un par de espacios que merece la pena tomarse muy en serio: el cuerpo, claro, y la página, siempre por escribir y siempre escribiéndose, de la vida, porque lo demás es sólo el decorado de un paisaje que tanto da cuál es, porque todos los paisajes son el mismo paisaje y uno se sabe tan en su piel -o fuera de ella- en un lugar como en otro. Es lo que tiene el territorio. Que sin nosotros no existe. No tiene lengua, ni la precisa. No es nada.

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