LA TELARAÑA: ¿Manos limpias, manos vacías?

sábado, marzo 10

¿Manos limpias, manos vacías?

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el juez Castro debe llamar a declarar a la Infanta Cristina?


Sí. Pero sólo para sumarnos al estado de exhibicionismo y morbosidad general, sólo por añadir unas gotas más de pérfida salsa rosa a los higadillos de la telebasura nuestra de cada día, sólo por salvaguardar las apariencias sálicas y dejar que el corro de los rumores se extienda, como un sarpullido infernal, por toda la geografía patria, la del telediario de las tres, cuando los pucheros encogidos chirrían y en las sucias hamburgueserías del alma se celebra el extraño ritual de la hoguera. Sí, que vaya la Princesa donde la Justicia y le diga al juez Castro lo que quiera, que vaya y que hasta le sonría y nos sonría, que declare sobre islas exóticas y paraísos fiscales, sobre consorcios catalanes, valencianos, baleares o vascongados, que deje su sonrisa real entre las garras de la codicia, que la esponjee y salpimiente con unas lágrimas, si puede y si quiere, y que luego, al cabo, acompañe a su marido y duque en el destino universal de lo único e inviolable. O de lo que quiera. Qué sé yo.
Ausculto la realidad y me asombro, leo los entresijos y me acojono. O me diluyo de estupor. Y de risa. Pero es sorprendente, o así me lo parece, el estruendoso empeño del Sindicato Manos Limpias en colocar a la Infanta Cristina ante las cámaras inocentes y el gas mefítico de la opinión pública. ¿Puro fetichismo o, quizá, otra cosa? ¿Es que alguien conocía de algo a ese sindicato? ¿Y esas manos tan limpias, en asuntos tan farragosos, qué tipo de manos serán, de qué estarán hechas, qué trabajos manuales serán capaces de hacer, qué esconderán, qué tramarán, qué juego malabar, cuál? Voy a su Web y leo, vaya por Dios, que son funcionarios públicos. Y muy constitucionalistas y muy de poner una gran bandera española por sobre el espeso batiburrillo de sus postulados. No esperaba menos. Ni tampoco más. La derecha ha de tener sus iconos, como los tiene la izquierda. Discúlpenme, si les hago el mismo caso. Omiso, claro.
Pero estábamos vistiendo a la princesa para galeras. Y sí, lo repito, es urgente que la llamen a declarar y que se sume a su marido y duque y que la manuscriban y que los hechos canten y que cuando diga «Yo no sé nada», el juez le objete «¿Y para qué, usted -o quizá, Su Alteza- ha venido?». Y que así se mantenga la ficción y la tesis de que la justicia es una y grande y además libre. O sea, manos limpias, pero no sé si vacías.

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