LA TELARAÑA: La hora de las diferencias

sábado, julio 16

La hora de las diferencias

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que es bueno que Cort haya recuperado el castellano en los premios Ciutat de Palma?


No. A veces hay que saber plantarse a tiempo y romper la baraja y abandonar, por completo, las absurdas guerras de los otros. No entrar en sus lodazales. Ni escarbar en las zanjas de sus miserias. Hay que saber dejar de lado tanto sus complejos de inferioridad como sus ínfulas retóricas de grandeza. Y olvidarse, incluso, de sus fobias y de sus filias y hasta dejarlos ir a su aire, aunque se nos antoje mefítico, o lo sea. No importa, porque, de hecho, nada importa. Hay que saber alejarse, por igual, de la indignación y la mediocridad. Reconocer que ese juego no es el nuestro ni, tampoco, el de ninguna lengua porque, ambas, la castellana y la catalana, están muy por encima de esa estúpida crispación ideológica, de esa manipulación y ese estropicio, de ese pensamiento único y necio -por único- en los subterráneos más lóbregos del universo.
Acabo de leer las opiniones de varios escritores mallorquines en catalán denostando la recuperación de los Premios Ciutat de Palma en castellano. Pues vale. Podría constatar mi desagrado y hasta mi repugnancia, pero no lo haré. Podría resaltar su exuberante pobreza de espíritu, pero tampoco. Podría exaltar sus memorables contradicciones -sobre todo, las de los que sí escriben en castellano, cuando se les paga- pero qué va. Cada uno es dueño de sus palabras y silencios y debe poder, en definitiva, elegir la compañía que desee, la que le honre y motive, la que le seduzca, le excite, le obligue a reflexionar mejor y, sobre todo, más hondo.
Por eso, Cort no ha acertado al insertar los premios Camilo José Cela o Rubén Darío en el ambiente enrarecido, triste y revanchista, de una cultura -la que se supone nuestra- que lleva lustros dejando de lado el castellano, denigrándolo, maltratándolo. La literatura en castellano ya tiene nueve mil premios en toda España, nos asegura López Crespí, frente a la escasa decena de premios en lengua catalana que, según nos informa, hay en Mallorca. Le regalo los números, y hasta los premios, si los quiere, porque no me sirven para nada. Ni siquiera para constatar que la diferencia aún no es proporcional a los usuarios de una lengua y otra. Esa comparación, además de perversa, es ridícula. Yo, por lo tanto, no hubiera mezclado los premios y, en cambio, sí que los hubiera convocado por separado. Igual ya va siendo hora de no mezclarse con quien no quiere mezclarse con nosotros.

Etiquetas: