LA TELARAÑA

lunes, marzo 10

1.- Muy diversas realidades, cada una en el tiempo que le es propio, se entremezclan en este instante que ya es pasado: unas décimas de segundo son un abismo. Por eso resulta imposible tratarlas simultáneamente. El tiempo real es múltiple y se ramifica sin pausas. Es un atentado contra la quietud... al igual que el lenguaje.

Podría escribir sobre algunos temas que a todos nos preocupan... una guerra estúpida que se avecina; un político mediocre que escuchó demasiado a su padre y muy poco a sí mismo; un dictador escurridizo que no conoció al suyo - eso dicen: yo lo ignoro, y además no necesito creerlo... - y, a lo lejos, la sombra sangrienta de unos aviones suicidas sobrevolando Manhattan, destino: la zona cero, tu cerebro en llamas, no hay retorno; un equilibrio internacional que se tambalea; un Consejo de Seguridad que todavía no ha dicho su última palabra y quién sabe si podrá hacerlo; una inmensa telaraña burocrática que nos enreda y atrapa; un doble año sabático que me niego a abandonar; unos poemas de Borges, Eliot o Juan Ramón, que nunca olvido; unos amigos que abandoné o me abandonaron, otros que ocuparon su lugar y también el mío; mi Eclipse iluminado en la Biblioteca; la entrañable bandeja de porcelana que con gran estruendo acaba de hacerse añicos y me ha obligado a dejar estas líneas y correr a ver qué pasaba, nada importante o quizá sí, cosas del desorden, la gravedad y el vértigo; los recuerdos, dulcemente inconexos, de las mujeres que amé; un niño enfermo que llora y sufre convulsiones por culpa de la fiebre y la neumonía; su madre, que me mira con amor y angustia divididos, y me ametralla con los encargos y las tareas más inverosímiles, pero sin duda necesarias, con tal de sentir mi apoyo...

Podría escribir sobre otras cosas o no hacerlo, hay muchas maneras de perder el tiempo: polemizar con algún imbécil, anatemizar algunos tópicos, condenar algunas conductas, interpretar silencios, exigir responsabilidades, auscultar el ritmo cobarde de algunos pensamientos... pero yo no deseo lavarme las manos.



2.- Apunte... Todo lo que escribo y, con más éxito, todo lo que siento, se acaba pareciendo a mí.

Etiquetas: