Me dijiste: Ven, lame mi herida.
1
Palpas el ayer dibujado en los estratos sumergidos. Introduces tus brazos en el lodo, tu cerebro en el agua gélida, tu cuerpo en el cristal astillado. Recibes la caricia tenue de los cadáveres y se te dibuja en la piel el húmedo recorrido de los gusanos. Pero tu cuerpo no lo es todo. Y se agota en mi mirada como en el lenguaje.
Luego la besas fuertemente hasta que el sabor de la sangre se diluye en la arena.
2
Pero el abandono te trae de regreso olores rancios. Perfumes epiteliales. Picores óseos. Y una malsana predisposición al óxido amarillento de las instantáneas congeladas en la aduana de lo que otros llaman sueños y tú realidades capturadas. Mal asunto recordarlas, si no procede.
Luego están los objetos que permanecen inertes en el fondo de los arcones. Ahí tu adn se arroga con soberbia la certeza de saber quién eres... pero es mentira, aunque te recubra de telarañas y otros paños forrados de placer reseco y hastío.
La inocencia te mantiene sin mácula. La telarañas parecen contradecirte pero no lo consiguen. Tú eres ellas, y un invisible cordón umbilical te avisa de los movimientos necesarios para tu sustento.
La vida es sólo eso incluso si fuera otra cosa.
3
Has recorrido los círculos concéntricos, las circunvalaciones de tu propio cerebro, el asqueroso diagrama de las autopistas, el idéntico paisaje de los rostros que tan bien conoces...
Has recorrido las líneas del amor y la muerte en la palma arrugada de mis manos y te has buscado en las bifurcaciones, en los andenes silenciosos de las estaciones vacías y en las barras húmedas de los bares infectos — otra vez los círculos, las huellas de los vasos abandonados, los signos indelebles de la sed insaciable, el deseo, la pasión o la fuga.
Lástima de fuego cuando el sueño me vence y queda mi cuerpo a tu alcance, desnudo pero inútil.
4
Creo que en el bosque de mi piel vives escondida pero no encerrada. Creo que alguna conexión estableciste entre esos surcos invisibles y la huella que aprieta, acaricia y sosiega la tos ácida de algunos días.
Sin duda besas los puntos escogidos sabiendo que son origen y también desenlace. Que yo estoy en ellos y no en otra parte.
Luego están las palabras que mutilas, el lenguaje que destruyes con una sola carcajada.... mientras yo escribo lentamente y me miras sin disimulo: con divertida extrañeza.
Hay universos por ahí esparcidos que ignoran los nombres que intento darles. Seguramente no merecen mi guadaña.
5
Pero tu vientre abierto nos seguirá asombrando. (Acaricio una y otra vez tus escamas aun sabiendo que sólo necesitas agua para seguir respirando)
Digestión
Una gota humeante en tu paladar, una burbuja sulfúrea, un centro de ansiedad que se esparce y te invade. Te dejas llevar.
Crees que la simetría se acaba doblando sobre sí misma y sabes inevitable el viaje hacia ese lugar remoto.
Te dejas llevar porque vas en busca de un concepto.
Luego concentras tu atención en los rostros que hay detrás y más allá de las palabras. No te interesan las apariencias aunque a veces te diviertan. Sólo ansías la verdad desnuda aunque a veces te duela.
Escribes estas palabras en cualquier papel arrugado:
este tiempo
tiene mandíbulas de acero
y piensas en Eliot: Only through time time is conquered y traduces casi sin darte cuenta: Sólo en el tiempo se conquista el tiempo, y te quedas meditando dónde está la trampa, dónde el error... y callas. Vuelves a escribir:
este tiempo
no sólo destruye los deseos, los transforma...
y más abajo, en la esquina deshilachada, quizá tu firma:
Aniquilación.
(That time is no healer: the patient is no longer here / El tiempo no cura nada: el paciente ya se ha ido.- T.S. Eliot)
y 6
Metáfora
He olvidado. Confieso que he olvidado
la forma exacta de tus pechos, el perfil
de tu sonrisa y hasta los nombres
que nos decíamos cuando el juego de amarse
no tenía más reglas que las menstruales
y una sonrisa roja y cálida
como un asombro, una cúspide o un pliegue
en la rugosidad del tacto
nos mantenía en vilo, sin agobios.
Por eso ahora,
en estos días agridulces
que sin fortuna intento vivir rápido,
con la vertiginosa sombra de la duda
doblándome la espalda en las esquinas,
redibujo tu cuerpo en otros cuerpos
y escucho las palabras que les digo
por si alguna sonrisa te delata.
Etiquetas: Literatura
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