LA TELARAÑA: en la alfombra

viernes, mayo 25

en la alfombra


La Telaraña en El Mundo.



Aquí no precisamos lluvia torrencial para que el lodo relumbre en la memoria en ruinas de los olvidadizos. Munar desea convertir UM en el partido nacionalista definitivo. Ya lo habían intentado Hitler, Stalin o Franco, pero qué va. Munar quiere más y aun al ridículo precio de 50 euros por voto, está dispuesta al más difícil todavía, al descalabro inaudito del especialista con alma de suicida. De momento ya parece haber conseguido llenar su caja de caudales y hasta que los muertos viajen a los parques temáticos y se lustren la tez con el sol ajeno. No es poco. Cosas así se sabe cómo empiezan pero no cómo acaban.

Mientras Zapatero recomienda la lectura escolar de libros como “Alí Baba y los 40 maricones” del dibujante Nazario, en un programa televisivo de cuyo desarrollo prefiero no acordarme, Baleares eligió a Cervantes como el español más importante de la historia. La buena noticia confirma –como postulaba, alborotado, Antonio Gala- que la lengua española es la sustancia primordial que nos otorga cohesión y perspectiva histórica. Señas de identidad, que diría el magistral Juan Goytisolo. No sé cómo lo habrán recibido los nacionalistas de nuestras islas. No importa. Lo suyo es el testimonio y el proselitismo militante. Son infatigables.

Tampoco debió gustarles la victoria en Cataluña de Salvador Dalí. El de Figueres, fiel a su espíritu burlón, sí que llevó su catalanidad a los absurdos más universales y catastróficos. Incluso hablaba castellano mejor, no que Carod-Rovira, por supuesto, pero sí que Francesc Antich, según pude comprobar en una entrevista televisiva en la que no le pusieron más trabas que una alfombra mullida donde revolcarse a gusto. No pasó, Antich, de negar la mayor –la corrupción en Ibiza-, de repetirnos que no sabe de nada –con éxito; en efecto, no sabe nada de nada- y de desviar cuantas corruptelas pudo hacia el PP. Era la única salida que podía ocurrírsele. Se entiende que el florero de Mallorca ya no sea, sólo, Mari Pau Janer.

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