recta final
La Telaraña en El Mundo.
No muy distinta es la metáfora que adorna el estandarte de un par de grupos sin más control que su número. Me refiero a la Unió des Poble o Pobble (sic) Balear y a Clau de Mallorca. Difícil definirlos sin acudir a las rondalles o las anáforas. Inútil demorarse en ellos.
A veces, sin embargo, nos vence una frase. Nos cautiva. Recojo una de la candidata del Bloc, Joana Luïsa Mascaró: “Es un avance que luchemos cuatro mujeres por el Consell”. Dios mío. ¿A qué tipo de avance se referirá esta buena mujer? ¿Será el Consell cosa de mujeres y el Govern de hombres? ¿O ambos debieran serlo de féminas? ¿Y por qué no? ¿Importa? Este es el corolario de las frases hechas a la ligera. Traicionan a su autor mostrándonos su universo de obviedades y sobreentendidos, y le conducen, a cuestas o a rastras, a la propia condena y penitencia, al autoflagelo de la ignorancia multiplicándose sobre la piel estriada del pensamiento. Aterroriza que alguien con un discurso así de esquelético pueda presentarse a algo. Aunque sea a nada. Claro que el discurso de Munar no va más allá y ahí la tenemos, tan ufana –¿o será malévola?- con su media sonrisa, su aviador y sus diademas a juego.
Me sumerjo en el juego de Borges interpretando a su personaje Dahlman. “A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos” nos dicen y el documental lo confirma. A veces no tenemos otra que disfrazarnos de caballero andante y negarle al buen Sancho su lógica pedestre. Es sólo un juego pero tiene su peligro. A veces una metáfora nos puede. A veces una visión irónica de enormes gigantes donde sólo hay apacibles molinos de viento nos da con los huesos en el suelo y, peor aún, con la mollera adolorida. Hay que cuidarse de las metáforas, que las hay muchas por aquí, rondándonos. Por ejemplo, la Catalunya de nuestros nacionalistas de sucursal de ultramarinos, su identidad aferrada al mito de la lengua y el territorio. Su cultura surreal rememorando el martillo de Thor. Pura arqueología.
No muy distinta es la metáfora que adorna el estandarte de un par de grupos sin más control que su número. Me refiero a la Unió des Poble o Pobble (sic) Balear y a Clau de Mallorca. Difícil definirlos sin acudir a las rondalles o las anáforas. Inútil demorarse en ellos.
A veces, sin embargo, nos vence una frase. Nos cautiva. Recojo una de la candidata del Bloc, Joana Luïsa Mascaró: “Es un avance que luchemos cuatro mujeres por el Consell”. Dios mío. ¿A qué tipo de avance se referirá esta buena mujer? ¿Será el Consell cosa de mujeres y el Govern de hombres? ¿O ambos debieran serlo de féminas? ¿Y por qué no? ¿Importa? Este es el corolario de las frases hechas a la ligera. Traicionan a su autor mostrándonos su universo de obviedades y sobreentendidos, y le conducen, a cuestas o a rastras, a la propia condena y penitencia, al autoflagelo de la ignorancia multiplicándose sobre la piel estriada del pensamiento. Aterroriza que alguien con un discurso así de esquelético pueda presentarse a algo. Aunque sea a nada. Claro que el discurso de Munar no va más allá y ahí la tenemos, tan ufana –¿o será malévola?- con su media sonrisa, su aviador y sus diademas a juego.
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