LA TELARAÑA: paramnesia

lunes, agosto 20

paramnesia

La Telaraña en El Mundo.



Revisitar la realidad sin que le chirríen, a uno, las costuras literarias no es fácil pero tampoco un imposible. Sólo es cuestión de estilo y, sobre todo, de fe. Ilusiona auscultar siempre la misma piedra por ver de sacarle alguna nueva grieta, algún minúsculo e inadvertido matiz, alguna que otra centelleante mota de polvo con que distraer el hastío y saciar el insaciable asombro. Suena bien eso y no se contradice, en absoluto, con la certeza de que para no desentonar con el ritmo de la actualidad política podría, perfectamente y sin remordimientos, ir repitiendo, cada lunes y cada viernes, el mismo artículo. Así, con el paso de tiempo, los lectores podrían hasta aprendérselo de memoria y jugar conmigo al viejo juego de las reinterpretaciones. Lo mismo también evoluciona.

Antich ha liquidado el trilingüísmo –esa quimera- para darle prioridad al catalán. Era lo que cabía esperar de un gobierno empeñado en arrasar, cuanto antes y de cualquier manera, todo el paisaje político heredado. Nada original, sino muy al contrario. Déjà vu. Antich y la deriva nacional-lingüística, que ahora le embarga la razón y pronto le oprimirá el pecho, no hacen sino continuar enredándose hasta el infinito, igual –no lo olvidemos- que sus predecesores en el poder, en la telaraña viscosa del lenguaje, cayendo con alevosía e ingenuidad en sus antiguas trampas mortales, en sus vacíos lógicos, en sus requiebros vertiginosos. Me da que el tema exigiría la imprescindible premiosidad de una crítica taurina, pero no será el caso. Los eufemismos no tienen más entidad que la que queramos darles –muy poca- y hablar del aprendizaje de tres lenguas en unas islas donde la lengua común –el castellano- y la lengua propia –el catalán- andan a la gresca tiene muy dudosa solvencia. Ninguna.

La misma que Sebastià Alzamora –de la generación de “los imparables”, con Bofill y Forcano, tres celebridades- que llamó parásitos, a los españoles. Pues no le contestaré al probo funcionario. Bueno que soy.

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