el llanto de janer 2
La Telaraña en El Mundo.
Con este mismo titular les hablé hace dos meses de la incontinencia lacrimal de Gabriel Janer Manila. Hoy le toca el turno a su hija Mari Pau. Es un misterio genético tanto impudor, tanta afición familiar al llanto público y tanta psicosis de inconsolable persecución. ¿Hay que recordar que ambos tuvieron a Jaume Matas a sus pies –menudo resbalón- y que ahora Mari Pau es la niña mimada de Munar? Será que la faraona del visón no tiene quién le escriba. Pues va servida.
Resulta que Mari Pau está harta de la sociedad mallorquina, proclive –según ella- a las maledicencias, a los rumores gratuitos, a la tergiversación de sus siempre ponderadas palabras. Las suyas. Está claro que esa ninfa virginal no nos merece y casi puedo asegurar que no nos la merecemos. No nos merecemos sus columnas infantiles, sus frases de juguete, sus adjetivos desteñidos. Sobre su estilo –sin estilo no hay ideas- ya opinaron Umbral o Marsé. Lo más grave, sin embargo, es que necesite de un artículo y una entrevista, simultáneos, para informarnos de unas insidias que desconocíamos por completo. Le agradecemos la información pero nunca nos importó la intimidad ajena. ¿Cómo explicarlo? Será porque no vivimos entre las mismas multitudes enfebrecidas ni tenemos el ego tan iluminado y sonriente como el suyo. Será que nos alejamos de los lugares concurridos mientras ella nunca los abandona. Será que, en fin, existen los universos paralelos y los nuestros ni se rozan o sólo lo harán en el infinito o más allá. Qué horror.
Sé que a una escritora hay que juzgarla por sus libros, pero Mari Pau nos lo pone muy difícil porque lo suyo son los premios cósmicos y las intrigas de palacio; en definitiva, todo cuanto nos aleja de la solitaria y silenciosa labor del escritor. Ante personajes así de bulliciosos uno acaba sintiéndose como un monje de clausura. No es mal oficio siempre que no nos destierren a La Real y nos apliquen la depuración lingüística o la desvergüenza ética. Viene a ser lo mismo.
Resulta que Mari Pau está harta de la sociedad mallorquina, proclive –según ella- a las maledicencias, a los rumores gratuitos, a la tergiversación de sus siempre ponderadas palabras. Las suyas. Está claro que esa ninfa virginal no nos merece y casi puedo asegurar que no nos la merecemos. No nos merecemos sus columnas infantiles, sus frases de juguete, sus adjetivos desteñidos. Sobre su estilo –sin estilo no hay ideas- ya opinaron Umbral o Marsé. Lo más grave, sin embargo, es que necesite de un artículo y una entrevista, simultáneos, para informarnos de unas insidias que desconocíamos por completo. Le agradecemos la información pero nunca nos importó la intimidad ajena. ¿Cómo explicarlo? Será porque no vivimos entre las mismas multitudes enfebrecidas ni tenemos el ego tan iluminado y sonriente como el suyo. Será que nos alejamos de los lugares concurridos mientras ella nunca los abandona. Será que, en fin, existen los universos paralelos y los nuestros ni se rozan o sólo lo harán en el infinito o más allá. Qué horror.
Sé que a una escritora hay que juzgarla por sus libros, pero Mari Pau nos lo pone muy difícil porque lo suyo son los premios cósmicos y las intrigas de palacio; en definitiva, todo cuanto nos aleja de la solitaria y silenciosa labor del escritor. Ante personajes así de bulliciosos uno acaba sintiéndose como un monje de clausura. No es mal oficio siempre que no nos destierren a La Real y nos apliquen la depuración lingüística o la desvergüenza ética. Viene a ser lo mismo.
Etiquetas: Artículos
1 Comments:
Qué fichaje. Parece que tiene vocación de "servicio público" ;)
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