LA TELARAÑA: la historia

lunes, octubre 1

la historia

La Telaraña en El Mundo.



Con el tiempo se nos acentúan las arrugas, pero también los presagios. La antigua sensación de saberse extranjero en cualquier parte -y más, aún, en tierra propia que ajena- acaba convirtiéndose en una agridulce, pero tranquila, certeza. En una forma de vida que asume haber disfrutado, desde siempre, con el juego de los localismos. Mil veces nos proclamamos, con indisimulado orgullo, mallorquines, vascos, andaluces, catalanes o manchegos sin más objeto que auscultar la diversidad entre iguales. Siempre supimos que más allá de nuestras costumbres y paisajes -los cortijos andaluces, los hórreos asturianos, las barracas valencianas o los caseríos vascos- se escondía un hálito común.

Ahí sigue, porque las cosas no han cambiado tanto. Podríamos releer España, tres milenios de historia de Domínguez Ortiz y reconocer el ancestral viaje cainita de nuestras tribus, la mediocridad de nuestras sucesivas instituciones, la pobreza intelectual de nuestras universidades, la estupidez sin límites ni bozales de los nacionalismos, su hoz gamada, su fascismo excluyente, su negación lingüística del hermoso zigurat de Babel. Podríamos también reírnos con Quim Monzó del recién nacido homo erectus, alzando la vista y la mano y el índice para nombrar, balbuceando, los nuevos territorios: «Pa... Pa… Països Catalans». Pero así, tan bella como torpemente, nació ese mundo y cualquier otro y todos. Todos nacieron bajo el signo del asombro.

Se repite la historia. Ahora queman banderas y fotografías. ¿Cuándo empezarán con los libros? Biel Barceló se manifiesta contra el Govern del que forma parte. Es difícil la política cuando no se sabe qué es la realidad ni cómo trabajar para cambiarla. Trabajar cansa. Igual le pasa a Jordi Bayona que ha convertido su blog en un homenaje a la censura y a los comentarios moderados. Grosske se lo echó en cara, pero ni caso. La audiencia cero de IB3 era una de las obsesiones de Bayona. Ahora que la audiencia ha menguado un 50% no dice nada. Qué raro.

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