LA TELARAÑA: la censura

lunes, noviembre 26

la censura

La Telaraña en El Mundo.



No es fácil vivir, hablar y hasta comprar en catalán. Yo lo intento lo que puedo –no les explico cuánto porque el pudor me vence- pero no escapo de ser un paria en tierra de promisión, un extranjero errático, un ser impuro y nómada entre tanto ungido por el resplandor caprichoso, selecto, de los dioses. Sé que la enfermedad y el remedio van siempre de la mano y que, al parecer, cuando la enfermedad es el nacionalismo, el único remedio es la censura, el totalitarismo, la segregación y finalmente el destierro.

En Internet la noticia es el intento de cierre –ya consumado con éxito parcial- de una decena de páginas webs con contenido crítico hacia el nacionalismo catalán. Pensábamos que estas cosas sólo pasaban en la China, pero no. Pasan en España. Aquí al lado. En casa propia. Conviene, pues, buscarle los orígenes por ver dónde colocamos el matarratas. Los encontramos en el 2005 cuando la Generalitat apoyó, con sus buenos dineros, la prejuiciosa campaña de Omnium Cultural –algo así como la OCB pero a lo bestia- en favor de los productos etiquetados en catalán. No hay nada como comprar y ahorrar y especular en una lengua para acabar comprendiendo lo que significa “vivirla”. Nos queda el dudoso consuelo de poder morirnos, al menos, en castellano. Esa es la larga tradición de escribir -o incluso pensar- en España: quedarse a solas, llorar, dormir, tal vez morir, ya saben. Así lo harán la mayoría de jóvenes mallorquines que aun sabiendo la lengua ¿propia? no la utilizan porque no les da la gana. Se irán al infierno, pero sin quejarse. Estaban avisados.

La otra noticia es la resurrección del fútbol en IB3. Antoni Martorell despreciaba la audiencia y, en efecto, no la tenía, pero desde UM le han urgido a buscar fieles donde pueda haberlos. Y dónde mejor que en las imágenes de La Sexta trituradas por el filtro lingüístico de los narradores locales. De las cuentas se sabe poco, pero no importa. Vale con que el fútbol se juegue en catalán. O con los pies, qué sé yo.

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1 Comments:

Blogger Luis Amézaga said...

Cerrar páginas web como si se pudiera poner puertas al campo. Si cierran cinco, se abrirán diez, y al final tendrán que enseñar la patita totalitaria a plena luz del día. A retratarse.

27 de noviembre de 2007, 12:59  

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