LA TELARAÑA: las cavernas

viernes, marzo 28

las cavernas

La Telaraña en El Mundo.



Medir el éxito o fracaso de una gestión cultural –la de Cort, en este caso- con una encuesta sobre asistencia popular a cines, bibliotecas, conciertos y cursillos de captación lingüística –a cargo de la Cataluña de Laporta, ese lugar tan estrecho- es como bromear sobre los grados de Richter después de un terremoto. Lo único que importa es el paisaje tras la batalla, las humaredas inextinguibles, la mirada rota de los refugiados. No sé qué entienden por Cultura en Cort ni si tiene que ver con el medio millón de euros con que Grosske subvencionará a las entidades de vecinos para refrescar sus verbenas patronales de pasión o gloria. Tanto da. El dirigismo político extiende su manto y nos deja a oscuras. ¿De qué cultura hablan, los políticos, cuando hablan de cultura?

No hablan, seguro, de las iniciativas privadas. Ayer Javier Jover, editor pero, sobre todo, poeta, convirtió las tertulias del Último Jueves –el ente metaliterario de Antonio Rigo- en un templo de voces y eufonías, de versos reinventándose en el aire de todos. Su libro Moratoria resultó ser un cauce lo suficientemente humano como para jugar a ser dioses sin temor a su ira. Nos sabemos hijos de las cavernas.

Quizá les pierda, a los políticos, alguna falsa asociación de ideas. Cultura, pueblo, lengua, identidad, por ejemplo. Olvídelos. Si usted desea encontrar su identidad recuerde lo más que pueda su infancia, recorra, hasta donde le alcance, su adolescencia y juventud, piense en sus más tiernas lecturas, en las costumbres de sus mayores y en las suyas, en sus amistades a lo largo del tiempo; piense, muy despacio, en los amores que le hicieron feliz o desdichado y piense, sin miedo, en la primera vez, piense mucho en la primera vez y luego, ahora, respire. Mírese en el espejo y compárese con las fotos antiguas que, de seguro, guarda en algún cajón de la alacena. Si ha llegado hasta aquí usted ya tiene identidad, pero no le ponga más nombres ni apellidos que los suyos. Es su identidad. Que no se la roben.

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1 Comments:

Blogger Luis Amézaga said...

Y que no la cambien por una ficticia.

28 de marzo de 2008, 12:00  

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