los otros
La Telaraña en El Mundo.
Decirse desubicado en Mallorca no es tanto un acto de fe o integridad personal como una infamia que, a nivel colectivo, tiene el precio de un peaje a ninguna parte. Es también un imposible. Aquí, unos y otros, dibujan dos bandos opuestos cuya única misión es afiliarte –aunque te niegues- a su causa: el glorioso «nosotros» –de Nos y Otros-, que no sé si es una elipsis del lenguaje o una fábula sectaria y étnica que se nos ha colado en el subconsciente. Los otros son el infierno donde arde el secreto de lo que quisimos ser y no fuimos, la urna del rencor, la pueril prueba de la propia indigencia frente a las leyes del azar, el deseo o la necesidad. Pura filosofía de burdel, que no desluce el gusto de escribir sobre los otros. Eso hacemos.
No nos consta que Munar se calzara los asépticos guantes blancos para honrar el original de Jaume I, el Llibre del Repartiment. Tampoco que lo haya leído o piense hacerlo. ¿Qué precisa aprender ella sobre reparticiones? Nada. Donde sí reparten es en Sineu. Las reyertas escolares no son nuevas. Antes se resolvían con algo de orgullo roto, un morado a medias y a otra cosa. Pero que los chavales agredan al padre del alumno acosado tiene delito. No vale, aquí, señalar la nefasta influencia del sistema educativo, el rapto hormonal de esas edades o el calentamiento global. No. La culpa es siempre de los otros y si los otros somos, por un casual, nosotros, la culpa sigue siendo de los otros. Y si no son adultos, mala suerte. Sus músculos, sí. Echarle tierra al tema sólo pospondría una tragedia peor.
Somos la tribu de las diadas y aún así no sabemos si existimos. La OCB ha vuelto a poner el grito en el cielo. No sabemos nada del cielo pero sí que está lleno de aullidos, de quejas y reproches, de alaridos de la OCB, esos ángeles de la buena nueva catalana. Ahora braman porque en el concierto de rock del sábado faltaban rockeros en catalán. Un repaso al cartel nos confirma que, de hecho, lo que no había es ni un solo grupo de rock. Ni uno.
No nos consta que Munar se calzara los asépticos guantes blancos para honrar el original de Jaume I, el Llibre del Repartiment. Tampoco que lo haya leído o piense hacerlo. ¿Qué precisa aprender ella sobre reparticiones? Nada. Donde sí reparten es en Sineu. Las reyertas escolares no son nuevas. Antes se resolvían con algo de orgullo roto, un morado a medias y a otra cosa. Pero que los chavales agredan al padre del alumno acosado tiene delito. No vale, aquí, señalar la nefasta influencia del sistema educativo, el rapto hormonal de esas edades o el calentamiento global. No. La culpa es siempre de los otros y si los otros somos, por un casual, nosotros, la culpa sigue siendo de los otros. Y si no son adultos, mala suerte. Sus músculos, sí. Echarle tierra al tema sólo pospondría una tragedia peor.
Somos la tribu de las diadas y aún así no sabemos si existimos. La OCB ha vuelto a poner el grito en el cielo. No sabemos nada del cielo pero sí que está lleno de aullidos, de quejas y reproches, de alaridos de la OCB, esos ángeles de la buena nueva catalana. Ahora braman porque en el concierto de rock del sábado faltaban rockeros en catalán. Un repaso al cartel nos confirma que, de hecho, lo que no había es ni un solo grupo de rock. Ni uno.
Etiquetas: Artículos
1 Comments:
Ya lo dijo el del cine, los otros somos unos fantasmas ;)
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