la hidra
La Telaraña en El Mundo.
Sabemos que todo tiende a perpetuarse –o a reproducirse, mimesis que igual concierne a la vida que a la muerte- y a ir más allá de sus límites naturales, a cruzar el breve cauce que separa las dos orillas del Rubicón –a un lado la libertad, al otro la tiranía- para establecerse por sobre el bien y el mal, en un lugar sin más adjetivos que la perversión de la justicia y el derecho más elementales, el desprecio de la democracia como método de dignidad colectiva y la ausencia de la ética como expresión libre del individuo.
La mitología nos ilustra. Hace mucho tiempo nació en la isla un ser monstruoso, una especie de hidra policéfala destinada a guardar –como un portero de noche, con su discreción pero también con su peligrosa complicidad- las puertas de un lugar hurtado a la luz del que, no obstante, emanaba un irresistible influjo –quizá el calor del dinero, acaso la levedad ácida del poder- porque fueron bastantes los que acabaron convirtiéndose en selectos miembros de una sociedad paralela, ajena a todo lo que no sea el reino de la usura, la disfunción y el mercadeo. Parecería obvio que una organización así no podría instalarse en la inmunidad eternamente, pero el problema, hasta la fecha, es que a unos pactos siempre les han sucedido otros. El “por qué” lo entendemos. Es el “hasta cuándo” lo que nos abruma.
Hablo de un lugar que no nombro pero describo. Las ruinas de la convivencia, los templos paganos del nepotismo. El espejismo, en fin, de las subvenciones teledirigidas. Esa es la censura que utiliza el poder para contrarrestar la libertad de expresión. La que permite a Gina Garcías superar el sectarismo de Bayona o a Armengol –ah, los pactos secretos- seguir proyectando la sombra espectral de Munar. La que priva al suplemento en catalán Fora Vila de unas ayudas con dos décadas de antigüedad. La que sufraga al catalanismo su ubicuidad en los medios de comunicación. La que ha convertido IB3 en un canal autista y reafirmado a [M] como lo que ya era, una gran payasada.
La mitología nos ilustra. Hace mucho tiempo nació en la isla un ser monstruoso, una especie de hidra policéfala destinada a guardar –como un portero de noche, con su discreción pero también con su peligrosa complicidad- las puertas de un lugar hurtado a la luz del que, no obstante, emanaba un irresistible influjo –quizá el calor del dinero, acaso la levedad ácida del poder- porque fueron bastantes los que acabaron convirtiéndose en selectos miembros de una sociedad paralela, ajena a todo lo que no sea el reino de la usura, la disfunción y el mercadeo. Parecería obvio que una organización así no podría instalarse en la inmunidad eternamente, pero el problema, hasta la fecha, es que a unos pactos siempre les han sucedido otros. El “por qué” lo entendemos. Es el “hasta cuándo” lo que nos abruma.
Hablo de un lugar que no nombro pero describo. Las ruinas de la convivencia, los templos paganos del nepotismo. El espejismo, en fin, de las subvenciones teledirigidas. Esa es la censura que utiliza el poder para contrarrestar la libertad de expresión. La que permite a Gina Garcías superar el sectarismo de Bayona o a Armengol –ah, los pactos secretos- seguir proyectando la sombra espectral de Munar. La que priva al suplemento en catalán Fora Vila de unas ayudas con dos décadas de antigüedad. La que sufraga al catalanismo su ubicuidad en los medios de comunicación. La que ha convertido IB3 en un canal autista y reafirmado a [M] como lo que ya era, una gran payasada.
Etiquetas: Artículos
4 Comments:
Amigo,independientemente del texto, no has comentado nada del fallecimiento de Robbe-Grillet, al que,creo,que conociste en persona.
Raúl
Sip, tengo pensado algo sobre él... más adelante. Un abrazo:-)
Pues Grillet murió hace tres días. Yo no lo sabía. Lo recuerdo vagamente como abanderado de la nueva onda del cine francés de los sesenta. Un cine frente al que nunca he dado la talla. Y Juan Planas, como siempre, con sus palabras, saca lustre a los pétalos de las cosas.
Hombre, Pedro, tú por aquí, vaya sorpresa. Visitaré tu blog. Un abrazo!
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