la justicia
La Telaraña en El Mundo.
A veces me entretengo cazando hipérboles. Quedan muy aparentes mientras les dura la frescura –el adobo, la cuarentena, el fulgor de la actualidad- y muy raquíticas cuando se desvanece su encanto y se nos deshacen entre los dedos como si fueran de polvo, de ceniza, de polen. Pero aún es posible escribir sobre esa arena derramada. Lo hicimos de niños. ¿Por qué no seguir haciéndolo?
Leo sobre casetas de aperos, naves agrícolas y mansiones, sobre urdimbres urbanísticas, pelotazos, terrenos protegidos -o desprotegidos- y sobre presuntas tramas criminales. Leo sobre pactos entre la Fiscalía y algunos acusados, como si Hollywood hubiera desembarcado entre nosotros y la sombra del Padrino tuviera sospechosas curvas de mujer fatal. La justicia está colapsada pero yo me la encuentro, a menudo, en la calle. Con Carrau me tropiezo casi a diario, pero él no me reconoce. Con Barceló hablé el otro día –«¿Y la familia? Bien. ¡Cuánto tiempo! Sí. Gracias.»- agotando el cambio de guardia de las luces parpadeantes en un semáforo. La justicia va lenta. Una carpeta se abre y reluce otra por abrir. Un muro se derrumba y nos muestra el camino hacia ninguna parte. Conozco ese lugar. Siempre hay una puerta que franquear y otra detrás y luego otra, hasta el infinito. No hay movimiento, sólo la ficción del derrumbe y el deseo de que el último en salir cierre todas las puertas y salga, si puede. Cuidado con los escombros.
Mientras tanto, otros preparan su futuro. Lo hacen Helena Inglada, directora de cultura en Cort, y Ferrán Tarongí, de la ejecutiva de ERC, inscribiéndose en los concursos que convoca su jefe político, Joan Lladó. Hacen bien. Hoy gobiernan pero hay que atender al día después. Es justo. Hoy intentan manipular todos los principios educativos y lingüísticos para encontrar refugio funcionarial –y el consuelo del STEI-i, por supuesto- cuando les llegue la orden fulminante de la retirada. Es normal. Lo haría cualquiera. Todo por la patria o así, dicen. Otra hipérbole para mi colección.
A veces me entretengo cazando hipérboles. Quedan muy aparentes mientras les dura la frescura –el adobo, la cuarentena, el fulgor de la actualidad- y muy raquíticas cuando se desvanece su encanto y se nos deshacen entre los dedos como si fueran de polvo, de ceniza, de polen. Pero aún es posible escribir sobre esa arena derramada. Lo hicimos de niños. ¿Por qué no seguir haciéndolo?
Leo sobre casetas de aperos, naves agrícolas y mansiones, sobre urdimbres urbanísticas, pelotazos, terrenos protegidos -o desprotegidos- y sobre presuntas tramas criminales. Leo sobre pactos entre la Fiscalía y algunos acusados, como si Hollywood hubiera desembarcado entre nosotros y la sombra del Padrino tuviera sospechosas curvas de mujer fatal. La justicia está colapsada pero yo me la encuentro, a menudo, en la calle. Con Carrau me tropiezo casi a diario, pero él no me reconoce. Con Barceló hablé el otro día –«¿Y la familia? Bien. ¡Cuánto tiempo! Sí. Gracias.»- agotando el cambio de guardia de las luces parpadeantes en un semáforo. La justicia va lenta. Una carpeta se abre y reluce otra por abrir. Un muro se derrumba y nos muestra el camino hacia ninguna parte. Conozco ese lugar. Siempre hay una puerta que franquear y otra detrás y luego otra, hasta el infinito. No hay movimiento, sólo la ficción del derrumbe y el deseo de que el último en salir cierre todas las puertas y salga, si puede. Cuidado con los escombros.
Mientras tanto, otros preparan su futuro. Lo hacen Helena Inglada, directora de cultura en Cort, y Ferrán Tarongí, de la ejecutiva de ERC, inscribiéndose en los concursos que convoca su jefe político, Joan Lladó. Hacen bien. Hoy gobiernan pero hay que atender al día después. Es justo. Hoy intentan manipular todos los principios educativos y lingüísticos para encontrar refugio funcionarial –y el consuelo del STEI-i, por supuesto- cuando les llegue la orden fulminante de la retirada. Es normal. Lo haría cualquiera. Todo por la patria o así, dicen. Otra hipérbole para mi colección.
Etiquetas: Artículos
3 Comments:
La ausencia de esperanza y la constatación de la dejadez, pues para qué??
Saludos
Me ha interesado tu texto Seguiré leyéndote \Abrazos desde este lado de Miami
Vaya, bienvenidas y gracias:-)
Saludos
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