los santos inocentes
La Telaraña en El Mundo.
Supongo que hoy la prensa vendrá tatuada con esos lunares, situados en algún lugar escogido, y sutil, donde se entremezclan la verdad y la ficción, la crítica y el deseo, a los que llamamos inocentadas. Es una forma como otra cualquiera de adelantarse a los acontecimientos o dejarse seducir por la sátira agridulce entre lo que no puede ser y lo que es imposible. Siempre hay alguna rendija por donde colarse. Nosotros, sí, pero también la realidad. No sé si saben lo escurridiza que es.
Tengo, por ejemplo, atrapado en mi chimenea a un hombre robusto, grueso o, con más precisión, gordo. Un curioso personaje vestido de rojo con las barbas repletas de mariposas que fueron blancas y ahora son de hollín. No pienso ir a rescatarlo y él bien que lo sabe. Tampoco protesta porque, incluso, estando ahí atrancado entre el cielo y el infierno, se le ve feliz y conforme con el teatro navideño -Nochebuena, Navidad y Segunda Fiesta, como mínimo- que le rodea.
Otra cosa quisiera hacer y, sin embargo, no puedo, con los cinco o seis indigentes -con su docena larga de bolsas de basura como caídas de una huelga de celo de Emaya- que celebran su desangelada Navidad entre la Plaza de Los Patines y la Calle Olmos. En ese pasaje, que recorro a diario, el tiempo parece haberse detenido y si Aina Calvo sigue sin ocuparse del tema tendré que denunciarlo mucho más seriamente. Pero no hoy. Hoy es 28 de Diciembre.
Etiquetas: Artículos
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