El crepúsculo de los dioses
La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿La elección de Melià como presidente de UM supone el fin del munarismo?
Sí. Es bien sabido, desde siempre, que todo lo que puede empeorar acaba empeorando. Así, bajo la amenaza etérea -pero judicial y hasta presidiaria- de este implacable axioma, es como se construye el futuro: de mala manera; es decir, con prisas y urgencias, con el aullido intermitente de las sirenas al rojo vivo y la huida enloquecida de los actores por entre el decorado en ruinas de una película a la que le llegó la hora amarillenta del abandono, de la sucesión, del adiós. Ahora toca pagar a la Sociedad General de Autores. Toca cambio de protagonista y, también, de guión. Toca airear el calabozo del pasado (y las mazmorras del presente) y desinfectar su alfombra roja de cadáveres políticos con olor a insecticida, a sudor reseco, a maquillaje caducado, a aliento ácido de un Hollywood rancio y enmohecido que ya sólo existe en la retina desquiciada de María Antonia Munar, en su triste papel de vieja actriz empeñada, contra natura, en seguir ejerciendo de mujer fatal ante el auditorio desencantado, frío y como ausente. Se apaga la luz. Amainan las candilejas. Cae el telón y se hace el silencio y quizá la noche.
Pero no se va a acabar aquí el espectáculo. Faltaría más. Ya redoblan los tambores, se encienden las antorchas y gruñen los imputados -algunos más que otros- como fieras en celo. Unió Mallorquina ya tiene nueva cabeza visible en Josep Melià. Es joven y con estirpe, pero ya peina canas. Todo un presagio.
Sus primeras declaraciones nos confirman -vaya por Dios- el axioma con el que empezaba, de forma traviesa y algo descuidada, estas líneas. Quiere potenciar ideológicamente a UM. Resultará glorioso ver cómo toda una red virtual de intereses económicos, empresariales y monetarios -la red es virtual, el dinero no- adquiere, además, la seriedad que se le presupone a una ideología común a modo de engarce, de engrudo, de ungüento mágico de cohesión, de pretexto para seguir medrando, usurpando el poder e incorporando, a poco que pueda, nuevos cadáveres a su letrina. Ahora toca más nacionalismo y por lo tanto, más acoso y derribo lingüístico, más multas al comercio, más recortes a la educación, al arte y a la libertad, más impuestos revolucionarios en pos de una etnia pura, saludable y catalana. Más leña para una hoguera que arde como si fuera incombustible. Igual lo es. Prepárense para el redoble de la náusea. Y para soportarlo, si pueden.
Etiquetas: Artículos
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