El factor humano
La Telaraña en El Mundo.
Mientras el Estado del Bienestar -ese eufemismo indulgente y aterrador- se desmorona, casi todos hemos dedicado unos instantes en calcular el tiempo extra de trabajo que el Gobierno quiere regalarnos. Gracias. Dieciocho meses, me caen, pero aún no sé si son una prórroga o una condena. Envejecer con una pensión de jubilación al uso no puede ilusionar a nadie. Trabajar en lo que te gusta, sí, pero no creo que mi caso sea el de la mayoría. ¡Y además, hay que tener trabajo!
Quizá vivimos bajo el precario techado de una ficción que ni siquiera sospechamos. La sombra de la escasez. El turbión del deseo. Quizá el paso de los días no haga sino hartarnos de incredulidad y fatiga. Un malestar que aumenta según sufrimos el obsceno derroche de las Administraciones, su absurda duplicidad y su excelsa pericia creando problemas artificiales donde nunca los hubo.
¿Es la hora del ahorro? Quizá sí, pero ya se palpan algunas paradojas. El Goven y la UIB parecen, en principio, estar de acuerdo en subir las tasas de matriculación a los alumnos repetidores. Ahora me viene a la memoria la imagen solitaria de Holden Caulfield, el mal estudiante que protagonizara «The Catcher in the Rye» de J. D. Salinger. El autor acaba de fallecer y al alumno de su fábula le van a acabar dando los motivos que podrían faltarle -pero que, en realidad, no le faltan- para mandarlo todo a rodar. Y con viento fresco, además.
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