Las rutas del frío
La Telaraña en El Mundo.
Convalezco de muchas cosas. Quizá de demasiadas. Pensaba en ello mientras aguardaba –como una pieza más en el engranaje mecánico de alguna escena de Chaplin en Tiempos Modernos- mi turno, semidesnudo en una camilla de ruedas con vistas a todos los quirófanos del universo, tocado con una gorrita de plástico verde (o era azul) en la cabeza y otra azul (o era verde) en los pies. Hacía frío, pero mi mente andaba en otros temas. Sin duda, ese frío provenía del pasado.
Quizá de aquellos años en que grité Libertad y Amnistía como si ambas palabras fueran la misma o no pudieran entenderse la una sin la otra y valiera la pena luchar por algo. Ahora ya sólo gritan los energúmenos que desean convertir a un par de jueces en héroes o villanos y a todo un Tribunal Constitucional en títere del nacionalismo. Para esta farsa no hacían falta tantas llagas. Ni tanta hipocondría.
Pero quizá el frío procedía de otra parte. Almaceno toneladas de bytes en los discos duros de mi ordenador. Por algún extraño prodigio, esas series de signos binarios conforman una biblioteca inmensa en la que aún no han entrado –pero lo harán- dos nuevos libros. Uno es Reverdecer, el poemario de Jorge Espina, que hoy se presenta en Literanta y el otro, Mientras viva el doliente, de Antonio Daganzo, del que destacaría sus sonetos. Ellos sí han conseguido reconciliarme con la hipocondría y hasta aliviarme del frío. No es poco.
Etiquetas: Artículos
4 Comments:
¿Lo de la semidesnudez es metáfora o es real?
Si fuera o fuese lo segundo, ¡coraje!
El resto no que no tiene solución. ¡País de mierda!
sigue adelante, entre desnudez y color verde... que nadie te pare!
con gratitud y amistad, Isa
Era real, Ángel, un horizonte quebrado de cuerpos semidesnudos y llamativamente quejosos... Buen antídoto contra el erótismo;-) Y por lo demás, sí, ¡hermoso país de mierda!;-P
Gracias, Isa. Y en efecto, no hay otra que seguir. Menos mal;-)
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