LA TELARAÑA: Verdea, que no es poco…

sábado, octubre 9

Verdea, que no es poco…

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está de acuerdo con la frase de Antich de que 'nuestra economía ya repunta'?

Sí. Aunque todo depende, y mucho, de cómo se mire. Hablar de economía –esa árida ciencia a la que dediqué varios años intentando, sin ningún éxito, atravesar el enorme desierto que, a modo de zanja o cauce infinito de un río muerto, separa la realidad colectiva de la individual- acaba siempre resultando un ejercicio de retórica, un decantarse por la maraña oscura del todo, ese abstracto anónimo, sin apenas demorarse en la fragilidad o fortaleza de las partes, una mirada, con ribetes científicos y orlas siempre pretéritas, que se diluye entre los daños colaterales del espejismo de los grandes números, el dibujo quebrado de los diagramas, el espectro tullido de las previsiones y el alud, más o menos optimista, fúnebre o aséptico, de la fría estadística contra la soledad esencial del que examina el pequeño balance de su pequeña cuenta corriente y no acaba de verlo nada claro, sino clarísimo, en inexorable regresión, tres, dos, uno, cero, y ahora, ¿qué? Los números rojos o, en el mejor de los casos, los créditos, las hipotecas inversas, el celo forzoso del desprendimiento y la renuncia. Quizá la euforia inicial del ascetismo. O la lujuria de la nada.

Por eso, si Antich –y no Carles Manera- dice que «la economía ya repunta» hay que saber entender, con ánimo metafórico, qué es lo que, en realidad, nos quiere decir. Parece obvio. La economía –su sarpullido de brotes hacia el verde- repunta, sí, y anda irritada y se despereza y quizá hasta patee, harta, muy harta, de su largo encierro en el vientre negro y asfixiante de la crisis. Pero no es seguro que ese parto venga con un pan suficiente para todos. O quizá sí.

De todas formas, los hay que no tienen –ni por asomo- problema alguno. La economía de la OCB, por ejemplo, nunca fue tan boyante como lo es ahora. Muchísimos cargos del Bloc -y, en especial, de UM- han vivido, paradójicamente, una crisis que ya quisieran haber padecido nuestros bolsillos. La noche exhibe sus cuchillos pero no raja igual a unos que a otros. Por eso decía, al principio, que todo depende de cómo se mire. Yo creo, con Antich, que la economía empieza a cambiar de ciclo, que ya es hora de ir afinando los instrumentos aunque la pista de baile siga, aún, vacía. Y que algún año de estos volverá a sonar la música aunque en esa fiesta no habrá tenido nada que ver, por supuesto, la inexistente, por absurda, política del Govern.

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