LA TELARAÑA: El círculo de los Uróboros

sábado, julio 23

El círculo de los Uróboros

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree acertada la supresión del carril bici de Avenidas por uno alternativo?

Sí. Después de atravesar buena parte de los Pirineos y los Alpes y de disfrutar, aunque a vuelo de pájaro, de las panorámicas ruinas de los inigualables castillos franceses, casi sin aliento por el esfuerzo pero, sobre todo, por la belleza de la piedras esculpidas por el sol, el éter, la lluvia o los vientos, extenuado definitivamente el ánimo y con la rodilla algo más que adolorida -la mía, no la de Alberto Contador-, creo que me debería negar en redondo a tomarme en serio el ínfimo tráfico que hay en Palma sobre las dos ruedas de la discordia por entre las rotondas de la polución urbana y el caos automovilístico, el insufrible calvario del abrasivo cemento, las prisas sin justificar de los energúmenos y las zanjas que unos abren y otros, por necesidad o por sistema, reabren. Igual es que no quiero dejarme atrapar por lo que, acaso, sólo sea una simple maniobra de distracción y poco más. El cíclico rodar de las ruedas del tiempo, la pájara monumental de la dialéctica, el derrumbe lujurioso del sentido común. Pero me da que me he perdido, tras este prólogo repleto de escaramuzas y emboscadas, y que ya no sé muy bien si hablo de Palma o del Palma Arena. Y no es lo mismo. En absoluto.
Supongo que una ciudad debe satisfacer casi todas las necesidades -y hasta los caprichos- de sus moradores. Por ello, resulta de justicia que quienes deseen desplazarse en bicicleta dispongan de una red vial lo más acondicionada y segura posible. La misma receta debe valer, también, para los que utilizan el coche, el autobús o el taxi a todas horas e, incluso, para los que, como yo, vamos andando a todas partes. Será que no tenemos prisa o sabemos que las distancias, en Palma, no dan más que para estirar las piernas y no mucho ni, tampoco, demasiado.
Con todo, había que eliminar o sustituir, por infernales, esos carriles infernales en las infernales Avenidas de Palma. Al limbo, pues, con ellos. Bien hecho. Lo que ya no está tan claro es qué especie de delineante del infierno ha decidido reeditar ese círculo, a la manera de los Uróboros, tan sólo unos metros más adentro, en unas callejuelas donde la calzada y las aceras apenas sí cumplen con sus funciones mínimas. Tendría que hacérselo mirar y mejor si con lupa. Si hay un problema, lo suyo debiera ser eliminarlo por completo y no trasladarlo a otro lugar igual de conflictivo. O más. O eso creo.

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