LA TELARAÑA: El largo día después

jueves, noviembre 24

El largo día después

La Telaraña en El Mundo.

A la noche electoral -cerrada con la euforia monótona de unos y la amnesia galáctica de otros- le sigue el largo día después, plagado de dilemas y telegramas de Merkel, de pasión y hasta de temblor y desgarro en los banquillos y las gradas, de movimientos subterráneos ante la realidad aplazada de un gobierno en funciones y otro en la sala de una espera que se hace eterna. Atrás quedan las ruedas de prensa y las soflamas: Rajoy y Rubalcaba no son Mourinho. Sólo Rosa Díez se le parece y, de ahí, su alegato -tan veraz como extemporáneo- contra una ley electoral que es como los malos árbitros. No satisfacen a nadie, pero sin ellos no habría partido.
En el PSIB las pizarras exhiben un sólo color. El negro. Y así no hay forma de apreciarles ni rastro de autocrítica o de contrición. Mal asunto, que se aclara un poco cuando nos auguran que Antich y, sobre todo, Armengol van a desaparecer, al fin, del domo socialista. Gran bien que se hacen y nos hacen, desde luego, pero habrá que verlo para creerlo. ¿Será así? ¿Seguro?
Con todo, lo único que me quedó claro de los resultados electorales -y así lo dejé caer en Twitter, que es el refugio favorito de los Ultra Sur, sí, pero también de los elípticos- es que Zapatero le ha hecho el harakiri a su propio partido y que, de paso, nos ha llenado de mugre nacionalista el Congreso. Si ese es su último servicio contra la crisis, no cabe duda: se ha lucido.

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