LA TELARAÑA: Una medida rácana

sábado, noviembre 12

Una medida rácana

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo:  ¿Cree que el Govern debe cobrar 10 euros por la nueva tarjeta sanitaria?
 
 
No. Como buen hipocondríaco, he de reconocer que me paso casi media vida entre médicos. De hecho, a menudo, en vez de ir de compras o de paseo me voy de médicos -eso digo, y no es un por decir- y esas visitas son, a veces, sólo por rendirle culto al ritual civilizado de la amistad y no como enfermo más o menos imaginario, aunque sé muy bien que, gracias a lo muy pacientes que son ellos conmigo, nuestra relación se ha ido afianzando muchísimo. Amigos para siempre. O algo así, que no todo ha de ser acumular amistades en las redes sociales. Es mucho mejor y más saludable tener amigos de carne, sudor y hueso, de temores, alegrías y esperanzas compartidas, de volante y receta al canto, de consejo personalizado y, también, de mutua, secreta e inviolable confidencia. El discreto encanto de las oscuras radiografías, ese desnudo integral que tanto nos iguala.
Está claro, pues, que no quiero ni oír hablar de interminables listas de espera, de consultas aplazadas o del tan manido como funcionarial, “Vuelva usted mañana”. Como dijo Eliot, «El tiempo no cura nada. El paciente ya se ha ido». Y aunque nunca sabremos, con exactitud, dónde se ha ido, sí sabemos que ya no volverá.
Y aquí es donde aparece el gobierno de Bauzá con un nuevo impuesto -nada que ver con el copago sanitario ni con otras sandeces, que dicen algunos- y miren, no. Alto ahí. Bastante cabreado me tiene ya mi seguro privado que, además de las mensualidades, no tiene ningún reparo en cobrarme, aparte, las visitas médicas, para no saltar de mi asiento ante este atropello de los diez euros por la tarjeta sanitaria. Y no es por el dinero -una miseria- sino por el ínfimo ingreso que genera. Si quieren recaudar a fondo, que acaben con las subvenciones a casi todo lo que se mueve. Doblas una esquina y te sale una ONG, por ejemplo, de terapias cromáticas de sostenibilidad. Pues vale. Pateas una piedra y te sale un coro de súcubos orgullosos de no importa qué igualdad o diferencia. Cruzas la calle y te atropellan cien manifestaciones de la OCB y su coro de asteroides subvencionables, aunque ya no de forma preferencial. O eso creo. Y suma y sigue. Si el Govern quiere ahorrar que les recorte las alas a esos pájaros pedigüeños, pero que no caiga en la racanería y el mal gusto de cobrarnos diez míseros euros por una tarjeta de plástico, por mucha foto, chip y listas de espera voltaicas que incorpore.

Etiquetas: