LA TELARAÑA: La camisa de fuerza

jueves, diciembre 1

La camisa de fuerza

La Telaraña en El Mundo.

  
La vena escéptica me guiña sus pálpitos y casi me obliga a dejar por imposible lo que me resulta indescifrable. Será que aquí -como en tantos otros lugares- hay que jugar con las alucinaciones de los demás como si fueran propias. Y al revés. Agarrarse a la máxima de que la verdad existe, porque todo apunta convenir lo contrario; y en ese desprecio a la razón tan sólo asoman los dientes rancios de la inopia. Mejor que prosigan, pues, devorando silogismos como si fueran hipótesis. Nada nuevo. Otra vuelta de tuerca desdentada, otro giro fallido. Otro traspiés.
Por eso las sentencias del TSJB, como las del TC, caen en el saco roto de una realidad que ni se inmuta. La abogada Antonia Gomila ha conseguido que los jueces invaliden la inmersión lingüística donde más duele, en el derecho de los padres a elegir la llamada «lengua de primera enseñanza». La que no pude escoger para mi hijo y la que -si Bauzá no se aplica- tampoco escogerá él para los suyos. Cuando los tenga. Y si los tiene.
Las leyes siguen naufragando contra los arrecifes de la realidad, como la barca del amor en tiempos de Maiakovski. O sea, ayer mismo, hoy, también mañana. No acaba de resultar muy plástico levantarse al alba -o al mediodía, porque la noche encierra un eco húmedo de sangre y cristales rotos- y sentir que una camisa de fuerza te mantiene preso. Dan ganas de pegar alaridos. Los doy. Los damos. Pero no pasa nada.

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