LA TELARAÑA: Evocación del Borne

viernes, enero 27

Evocación del Borne

La Telaraña en El Mundo.

A la Asociación para la Revitalización de Centros Antiguos no le gustan las sillas, las sombrillas y las mesas de los bares o restaurantes en el Paseo del Borne. Pues vale. Podría preguntarles de qué bares o restaurantes hablan, pero eso es, quizá, lo de menos, porque alguno sí que hay, y hasta es muy posible que, como si por un milagro, unos cuantos más revivieran. ¿Y por qué no todos?
Ya me gustaría, aunque sólo fuera como ejercicio de ficción y estilo en los invernaderos de la memoria, rencontrarme con el Bar Formentor y el Miami, mis favoritos, o con el Antonio, donde, por cierto, nunca llegué a entrar. Tampoco estaría de más regresar al Yate Ritz y al Iska. Retomar las veladas tranquilas en la Granja Reus o volver a acodarme, por ejemplo, en el pequeño y cochambroso chiringuito, muy próximo a la Fuente de las Tortugas, donde tantas veces sacié el hambre. O quizá la sed. O ambas.
No sé si ARCA yerra o acierta. Ni si se quedó anclada en los años 60 o 70 y sigue pensando que un paseo no es el lugar idóneo para el bullicio de las terrazas y sí, en cambio, la pasarela ideal para que las parejas exhiban su amor solitario y las familias su natural exuberancia. Todo es posible. Mientras tanto, niños y jóvenes armados de patines, monopatines y no sé si hasta trineos, han convertido el Borne en una jungla intransitable. Salvo para los espectros, claro, de un mundo que ya no existe. Me temo.

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