LA TELARAÑA: Lo sagrado y lo profano

viernes, enero 20

Lo sagrado y lo profano

La Telaraña en El Mundo.
  
Es uno de mis temas preferidos. El parentesco paradójico entre lo sagrado y lo profano, que es así como lo plantean, pese a convertirlo, las más de las veces, en una ópera bufa donde los símbolos pierden su significado y acaban esbozando -náufragos y a la deriva- el erial vacío de una página en blanco. Sólo eso. O ni siquiera.
La mallorquina Rossy de Palma, Alaska, Pablo Rivero, Mario Vaquerizo o Bimba Bosé, entre otros, no son nadie o son quienes son. Mucho ruido y no sabría decirles si alguna nuez. Pero al artista -o así- canadiense Bruce LaBruce le valen -y sobran- para la provocación de su nuevo espectáculo, «Obscenity». Ya no sé a quién le escandaliza o conmueve que alguien se disfrace de ángel, monja o cura para componer, en resumen, el lado más prosaico de una imaginería que tan sólo atiende al fetiche y al tabú -como a la cruz y al látigo de la penitencia- para dejarlo en paños menores. Nada que ver con la desnudez desarbolada de lo sagrado, de lo que tiembla, de dolor o éxtasis, cuando intentamos nombrarlo.
Pero vivimos días de simulacros, que repiten de continuo y que, por eso, ya sólo nos producen el «déjà vu» del hastío. Hasta Alaska -por su nombre de pila, Olvido- se atreve a desnudarse, como si para doce homenajes, en Interviú. Tiene valor. Su desnudez es la penúltima prueba de una decadencia ante la que cerrar los ojos es una total pérdida de tiempo. Ver para creer.

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