LA TELARAÑA: Los daños colaterales

viernes, mayo 4

Los daños colaterales


La Telaraña en El Mundo.

No enciendas la luz, dicen que dijo Bin Laden, un instante antes que le alcanzara la luz de la metralla, el rayo definitivo que cerró sus ojos y que, al menos, nos los debiera haber abierto un poco a nosotros. Pero no fue así. Nadie encendió la luz y así seguimos, a oscuras, debatiéndonos entre la crisis y el rechazo a la gestión de la crisis, la falta de soluciones y el alud de protestas, renuncias, deserciones.
Es sólo el paisaje tras la batalla, diríamos, si la guerra hubiera acabado, pero no. La guerra sigue y los daños colaterales nos asolan a diario, en los recortes de sueldos y, ay, nos dicen, de derechos, en el paso atrás que damos cuando era un paso adelante lo que ansiábamos. Ya se sabe cuánto nos gustan los suicidios colectivos o la ceguera de no querer ver el abismo a un sólo paso. O menos.
Pero las metáforas ya nos fallan. Un repaso a las cifras económicas de las Islas es una invitación al espanto. Hay culpables, claro, y encima son los que más rezongan, pero da igual. La cola del paro es más larga que la vía de cintura. Hay que cerrar hospitales y endeudarse, no para invertir, sino para pagar deudas. Hay que aguantar las dentadas del odio -y hasta los expedientes fantasmas del SOIB- cuando ya se presienten las del hambre. En cosas así pensaba cuando me topé, en San Miguel, con unas chicas repartiendo abrazos gratis. Todo un alivio. No pude negarme.

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