Resaca de espejismos
La Telaraña en El Mundo.
No sé hasta qué
punto son necesarias las condenas políticas de la violencia. Ese discurso,
tatuado de perífrasis y silencios, siempre se muerde la lengua o se convierte
en otra cosa, en un viaje subterráneo que no hace sino llevarse la grandeza del
lenguaje a los páramos gélidos y a los invernaderos clandestinos donde no hay
más aire que el de la asfixia, y la luz es oscura y la verdad, tan sólo, una
extraña flor mutilada.
¿Qué valen, pues,
las condenas en boca de quienes ignoran, de hecho, qué es la palabra y qué la
violencia? No valen nada. Una lengua de cerdo, un huevo podrido, un coro de
lazos como sogas, una colleja contundente, un par de piedras, las piñas resecas
de un bosque de agujas. Un cántico de la coral universitaria de la UIB a la
hora del gallo. No creo que ese catálogo de la ira merezca el inexcusable
horror de pervertir una sola palabra. Ni una.
Por eso, que PSIB
y PSM no condenen la cruzada integrista contra Bauzá y su gobierno me parece coherente con su hábito de
apalancarse según la usura del instante. Que callen, otorguen y que, en sus
entrañas, los cristales rotos burbujeen como la resaca de una mala digestión de
siglos y espejismos vencidos. No sé si se sentirán culpables, pero seguro que
no reconocen nunca en sus manos -¡siempre tan limpias!- el hollín de la culpa.
Corolario. Quizá escribir sea fingir que estás, aunque no estés.
Etiquetas: Artículos
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