En el corazón de la isla
La Telaraña en El Mundo.
Resulta que las
malas maneras del siempre malhumorado fascismo vuelven. O será que nunca se
fueron y sólo estaban agazapadas y ahora despiertan porque el tiempo igual les
parece propicio y hay hambre atrasada y la crisis es un buen caldo de cultivo
para empuñar las antorchas del miedo, las lanzas de la ira o los cantos
rodados, en fin, de la ignorancia.
Pero no se me
vayan de viaje hasta Grecia o Francia. No les hablo, aunque su ejemplo nos valga,
de los cachorros enfurecidos del partido político Amanecer Dorado, no sé si del color del orín sobre las antiguas
piedras helenas, que fueron las de la inteligencia y ahora son, o eso me temo,
las de Nikos Mijaloliakos. Tampoco
les hablo, pero también, claro, del aullido xenófobo de Marine Le Pen. No, no es eso. Les hablo de hechos acaecidos en el
corazón mismo de Mallorca. En Manacor, sin ir más lejos.
Lo ha denunciado
UPyD, pero debieran denunciarlo todos. No puede el alcalde Antoni Pastor subvencionar con dinero público, y en plena vorágine
de recortes en muchos otros sectores, algunos básicos e imprescindibles, las
Acampadas por la Lengua de la OCB y demás sindicatos paralingüísticos. No puede
Pastor, ni siquiera de forma indirecta o inconsciente, abonar así el terreno
tal que, cuando Bauzá visite
Manacor, lo reciban a pedradas esos honderos sin más diana que la ceguera de la
lengua o la furia del totalitarismo.
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