la identidad
La Telaraña en El Mundo.
Escribir es un acto solitario. Hasta aquí el tópico, porque escribir es, más bien, un acto clandestino, una especie de cortina desplegada sobre el mundo para ocultar –quizá mostrándola con disimulo- la timba sudorosa donde cada día ponemos en tela de juicio nuestra propia identidad. La que perdemos y ganamos en cada partida con la misma sonrisa de tahúres convencidos de que no hay en el mundo nada comparable al placer de aniquilarnos en este instante y reconstruirnos al siguiente.
No obstante, la identidad parece ser un bien muy preciado. No en vano –o sí, por supuesto, absolutamente en vano- las distintas tribus humanas llevan siglos dando rodeos sobre sí mismas a la caza y captura de algún signo definitivo con que deslumbrar a sus vecinos y sentirse unos y únicos, los más fuertes y civilizados, los más sensatos, frente a la insoportable amenaza de los otros, los bárbaros ceñudos y malolientes. Así la lengua ha de mantenerse incólume en su gramática estándar, las ciudades perseverar en su ancestral filosofía de vida al margen del tiempo que todo lo pudre y volatiza, los barrios reconstruirse canónicamente, para que perdure en las retinas su paisaje urbano de siempre y, desde luego, las calles tienen que llevar nombres que nos recuerden lo grandes que fuimos o no fuimos, como preludio de lo enormes que, sin duda, seremos. Inmensos.
Mientras tanto –a la espera de tanta grandeza- el sindicato STEI-i ha demandado al Ayuntamiento por incluir sólo un 4,3% de nombres femeninos en el nuevo callejero de Palma e incumplir, así, no sé si la ley de igualdad, la de paridad, la de género o todas ellas a la vez, que es lo más probable. Habrá que preguntarle a Gabriel Bibiloni por el paradero de nuestras féminas ilustres o inventárselas si es que no las hay ni las hubo. Para eso está el pasado, para recrearlo según convenga. Eso es la identidad. Yo, para que no digan y por si acaso, tengo anotados en la agenda de mi vida muchos más nombres de mujeres que de hombres. Faltaría más.
Escribir es un acto solitario. Hasta aquí el tópico, porque escribir es, más bien, un acto clandestino, una especie de cortina desplegada sobre el mundo para ocultar –quizá mostrándola con disimulo- la timba sudorosa donde cada día ponemos en tela de juicio nuestra propia identidad. La que perdemos y ganamos en cada partida con la misma sonrisa de tahúres convencidos de que no hay en el mundo nada comparable al placer de aniquilarnos en este instante y reconstruirnos al siguiente.
No obstante, la identidad parece ser un bien muy preciado. No en vano –o sí, por supuesto, absolutamente en vano- las distintas tribus humanas llevan siglos dando rodeos sobre sí mismas a la caza y captura de algún signo definitivo con que deslumbrar a sus vecinos y sentirse unos y únicos, los más fuertes y civilizados, los más sensatos, frente a la insoportable amenaza de los otros, los bárbaros ceñudos y malolientes. Así la lengua ha de mantenerse incólume en su gramática estándar, las ciudades perseverar en su ancestral filosofía de vida al margen del tiempo que todo lo pudre y volatiza, los barrios reconstruirse canónicamente, para que perdure en las retinas su paisaje urbano de siempre y, desde luego, las calles tienen que llevar nombres que nos recuerden lo grandes que fuimos o no fuimos, como preludio de lo enormes que, sin duda, seremos. Inmensos.
Mientras tanto –a la espera de tanta grandeza- el sindicato STEI-i ha demandado al Ayuntamiento por incluir sólo un 4,3% de nombres femeninos en el nuevo callejero de Palma e incumplir, así, no sé si la ley de igualdad, la de paridad, la de género o todas ellas a la vez, que es lo más probable. Habrá que preguntarle a Gabriel Bibiloni por el paradero de nuestras féminas ilustres o inventárselas si es que no las hay ni las hubo. Para eso está el pasado, para recrearlo según convenga. Eso es la identidad. Yo, para que no digan y por si acaso, tengo anotados en la agenda de mi vida muchos más nombres de mujeres que de hombres. Faltaría más.
Etiquetas: Artículos
2 Comments:
Me ha impresionado la exactitud del porcentaje: 4,3% Que por el recuento no sea.
Manejan los números que da gusto:-)
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