la parodia

La Telaraña en El Mundo.

Hasta la parodia más burda necesita, para sobrevivir, de una mínima dosis de talento y de un manifiesto, aunque exiguo, parentesco con la realidad. Sin ambos requisitos se desvanece en el aire de unas risas desganadas y en el mal aliento –o desaliento- de un dinero público arrojado al vacío, ese lugar que también es de todos, pero no de todos por igual. O eso parece. Gobierno, Consell y Ayuntamiento –en definitiva, el indiscernible revoltijo de los diversos, pero al fin idénticos, comisariados lingüísticos que nos asolan- han puesto en marcha una campaña en la que la “c” de catalán, de castellano o de cafre con camiseta, aparece por todas partes como si la vida fuese un guiñol y nosotros, a la vez, sus atentos espectadores y sus aplicados títeres. Aun así, hay que agradecerles el inenarrable placer que sentimos al confundir a Nanda Ramon con Aina Calvo, a Margalida Tous con Francesc Antich o a Joana Lluïsa Mascaró con Francina Armengol. Emociona saber quién nos gobierna. Y si no emociona, ilustra. No es poco.

En la página web “Ara és la teva” hay tres personajes sobre una moto. La animación dura unos segundos y se repite en un bucle infinito. Hay una chica y un chico con casco. Y una perra. La chica es puro adorno, quizá objeto de deseo o, acaso, el pretexto no confesado, el trofeo que le aguarda al catalanoparlante, el premio último a sus desvelos. Las feministas ya tardan en gritarle a su cielo. El chico y la perra, sin embargo, son los protagonistas y hasta se nos anima a ponerles nombre. Hay unos cuantos donde elegir, pero podemos afilar el delirio añadiendo el que se nos antoje. Tanta generosidad abruma.

Pero hoy empieza la Feria del Libro. Este año me toca firmar ejemplares –es un por decir- y también dejar que Horacio Alba y Javier Jover desmenucen, generosamente, mi último poemario: «El Bálsamo de la Indiferencia». Ya les contaré si esta vez, y para no perder la costumbre, me confunden con Miguel Dalmau o con Enrique Vila-Matas. En ambos casos es un honor.