los incurables
La Telaraña en El Mundo.
O Europa quiere herniarse voluntariamente o es que no nos conocen. Sea como fuere, idear una jornada laboral de 65 horas semanales sólo nos da para unas risas incrédulas sobre el error del cálculo, el inadmisible atentado contra el aperitivo y la tertulia en el bar, la sagrada siesta y el paseo vespertino cuando el sol empieza a declinar y uno se reconcentra en sí mismo y en los suyos. La crisis está enloqueciendo a muchos. Pero no a todos por igual.
Es cierto que todo tiene sus límites y que vivimos enjaulados entre líneas que se cruzan en el espacio indeterminado -pura cuadrícula- donde todo aparenta estar en orden y quizá lo esté o quizá no, porque no sabemos quién dibuja los laberintos, sus muros retorcidos de cal o sangre o sólo de aire, ni si esas barreras son las de siempre o son otras y alguien las redibuja cada noche, burlándose de nuestros sueños y deseos, de nuestro dejar pasar las cosas como si pasaran sólo ellas y no nosotros.
Todos nos pasamos de la raya. Una empresa, sita en el aula de Ingeniería Alimentaria de la UIB –he de visitar ese lugar antes de que estalle- busca deleitarnos con extracto espirituoso de medusas. Bibiana Aído se postula contra el velo islámico en las mujeres porque los hombres no lo llevan y la igualdad, ya se sabe, consiste en que todos -y todas- lleven lo mismo, un velo, una falda céltica, un frac, una chilaba, una kufia o un sombrero de copa, qué más da. Luego están los incurables. En la web del Lobby para la Independencia se califica a España de “bufa, pèrfida i arrogant” y se jalea el descaro de Puig, Sostres o Urkullu. Me cuentan –y me lo creo: cosas así definen una televisión- que Jaume Sastre departió en IB3 sobre inmigración y xenofobia. Es un experto, aunque más lo es Ibarretxe, que sí sabe donde están las leyes, las dianas y las capuchas y por eso las maneja a su antojo. Su plan, más que el mapa de una ruta de brumas, es una enorme necrópolis de cruces quebradas por la muerte, la extorsión, el cinismo y la ignominia.
Es cierto que todo tiene sus límites y que vivimos enjaulados entre líneas que se cruzan en el espacio indeterminado -pura cuadrícula- donde todo aparenta estar en orden y quizá lo esté o quizá no, porque no sabemos quién dibuja los laberintos, sus muros retorcidos de cal o sangre o sólo de aire, ni si esas barreras son las de siempre o son otras y alguien las redibuja cada noche, burlándose de nuestros sueños y deseos, de nuestro dejar pasar las cosas como si pasaran sólo ellas y no nosotros.
Todos nos pasamos de la raya. Una empresa, sita en el aula de Ingeniería Alimentaria de la UIB –he de visitar ese lugar antes de que estalle- busca deleitarnos con extracto espirituoso de medusas. Bibiana Aído se postula contra el velo islámico en las mujeres porque los hombres no lo llevan y la igualdad, ya se sabe, consiste en que todos -y todas- lleven lo mismo, un velo, una falda céltica, un frac, una chilaba, una kufia o un sombrero de copa, qué más da. Luego están los incurables. En la web del Lobby para la Independencia se califica a España de “bufa, pèrfida i arrogant” y se jalea el descaro de Puig, Sostres o Urkullu. Me cuentan –y me lo creo: cosas así definen una televisión- que Jaume Sastre departió en IB3 sobre inmigración y xenofobia. Es un experto, aunque más lo es Ibarretxe, que sí sabe donde están las leyes, las dianas y las capuchas y por eso las maneja a su antojo. Su plan, más que el mapa de una ruta de brumas, es una enorme necrópolis de cruces quebradas por la muerte, la extorsión, el cinismo y la ignominia.
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