LA TELARAÑA: ¿soy vasco?

lunes, noviembre 17

¿soy vasco?

La Telaraña en El Mundo.




Los eufemismos son reveladores. Llamar navegar a un simple cabotaje de página en página o de ventana en ventana –que en eso consiste abrir el explorador de internet y adentrarse en su abisal galería- es una exageración que, sin embargo, nos ofrece sorpresas muy significativas. En Facebook, ese lugar de moda donde Rafael Nadal tiene trescientos mil fans y Zapatero 4034, por los 3919 amigos de Rajoy y los 523 miembros de la UIB –nótense los sutiles matices- cuelga, a ratos, el pasmoso anuncio de un test que nos garantiza poder confirmar o desmentir –gran cuestión- si de verdad somos vascos y además en qué grado, qué secuencia de ADN nos dibuja, qué grupo haploide –aquí ya me pierdo- nos delimita, qué herencia genealógica o heráldica nos adorna el alma y nos dobla el espinazo, qué parientes genéticos cruzaron necesariamente, alguna vez, sus destinos para concebirnos y, en definitiva, qué insondable enjambre de vencedores y vencidos se nos arremolina en las venas.

Pero hay más, el test –creo que a base de saliva- nos puede llevar aún más lejos y hasta descubrir en nosotros, no sólo el mérito imponente de ser vasco –ya sea de Euskadi o Euskal Herria- sino, en su defecto, el de ser judío, germánico, celta o vikingo. Lo que sea antes de asumir la certeza final, el temor insoportable de sólo ser, simplemente, unos gilipollas integrales a la búsqueda de una identidad cualquiera con la que dar sentido a lo que no lo tiene ni lo necesita.

Lo malo del test es que parece haberse olvidado de la raza de los honderos, que quizá sea la nuestra, digo yo, e incluso -qué poco olfato comercial- de la de los catalanes. Igual nos han incluido, a ambos, en algún grupo de origen impreciso, mestizo y sin entidad propia. Un grupo menor en el que la lengua importa menos que el conocimiento y la identidad es sólo el estigma del nómada. Si es así, que me apunten en ese lugar de todos y de nadie. Sería el único en el que ser lo que se es no precisa justificación alguna. Un segundo paraíso.

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