LA TELARAÑA: de buitres y tortugas

lunes, agosto 31

de buitres y tortugas

La Telaraña en El Mundo.


Una vez acompañé a una amiga al Monte de Piedad a empeñar un anillo, un exceso antiguo de oro y amatista, un fulgor que nos prometía la huída soñada -quizá París o Viena- y que sólo nos dio para un par de cenas y algo de alboroto. El paraíso es un lugar esquivo, un espejismo apenas entrevisto y ya perdido. Más adelante, ella recuperó su joya y acaso, también, la quimera de su viaje. Ya no lo recuerdo. Todo es efímero, como el brillo de la luz bajo las aguas turbias de la memoria, y grave, recurrente y transido, como el paso del tiempo.

Ahora, en los aledaños de aquél frustrado Olimpo, se reúnen los buitres de la usura en busca de la carroña pesada, contada y dividida. La miseria luce unas caries horribles y unos colmillos de espanto. Esto no es la crisis ni el cambio climático. No es la gripe que se insinúa. No es nada nuevo. Es la anécdota repetida mil veces. Son Gotleu en el Parlament. O viceversa. La lobotomía ética -esa clonación mutante- en que vivimos.

Pero hoy concluye Agosto, el mes más odioso. Por ello me llegué, tras superar el colapso policial de S´Hort del Rei, hasta Ses Voltes. La música de África Gallego me refrescó tanto, creo, como a Antich y a Grimalt liberar tortugas, en Cabrera, antes de torear la inminente subida de los impuestos. O quizá no. La metáfora me vale, sin embargo, para significar que tras la tempestad del agobio siempre llega la calma, y Septiembre.

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