La cruz de San Theodoros
La Telaraña en El Mundo.
Ya quisiera, al salir de casa, toparme con el buzón lleno de poemas en vez de facturas y extractos bancarios, sentirlo inflado de lírica lujuriosa y no de propaganda plúmbea, cuando no insulsa. Abriría, entonces, el cajetín metálico con una sonrisa expectante y no con una mueca estoica. Pero no. Nadie me escribe versos y ni ripios, nadie me envía loas ni me dice «Serás siempre el mismo, ¡Oh, viejo peñasco!» como leo que hace el Fiscal Jefe de Baleares, Tomeu Barceló, con ese personaje tan bucólico, virginal y pastoril, que debe de ser -seguro- don Pedro Serra. El don, aquí, es inexcusable.
Lo que no cuela es recibir la insignia de oro -ni aun a manos de Munar- de una república tan anodina como Bulgaria. Don Pedro puede aspirar a más. Le sugiero que exija -urbi et orbi- el pendón de la República de San Theodoros, que es un lugar creado por Hergé en las aventuras de Tintín: un país irreal -tal como el nuestro- forjado a base de golpes de estado, un guiñol donde siempre triunfan la mitomanía y el culto a la personalidad. El paraíso de la figuración.
Pero ya vale, por hoy, de sarcasmo. Mañana hay cita contra la corrupción. Facebook salta desde Internet a la calle, pero no sólo ciudadanos de a pie se han sumado al evento. También quieren unirse militantes del Bloc o Entesa como si pactar con corruptos no garantizase perpetuarla. Bien, que rompan sus carnets, y que asistan. Faltaría más.
Etiquetas: Artículos
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