LA TELARAÑA: Apología de las penumbras

sábado, mayo 1

Apología de las penumbras

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Considera lícito que el Govern negocie un aumento de sueldo para profesores y médicos a escondidas?


Sí. Aunque la lógica –esa lenta partida de billar entre Aristóteles, Kant y Heidegger, por ejemplo, con los útiles Platón, Marx o Wittgenstein, según proceda, en su papel de cálida tiza azul contra la aspereza del marfil en la punta díscola de los tacos- nos sugiera que la transparencia y la polifonía grandiosa de la luz y los taquígrafos, debieran ser las mejores armas para atajar el nepotismo sectario al que es tan afín la autoridad, todo tipo de autoridad, al tratarse, sin embargo, de sacar adelante alguna de sus súbitas y urgentes prioridades, ya se trate, es un por decir, de la preservación formal, y en formol, de la aparente paz social, ese mar muerto entrecomillado, o del difuso parto, su desarrollo y la nunca azarosa adjudicación final de alguna que otra tórrida partida de subvenciones subterráneas –los estudios, por ejemplo, sobre la viabilidad imposible del Metro, la opinión docta de la UIB (como la del ojeroso STEI-i, la ojerosa OCB o la de cualquier otro ojeroso lobby de voluntad apocalíptica o mayéutica, que tanto da) sobre el sexo primigenio de los ángeles o, mejor aún, sobre su valor catastral o cuántico, la reedificación eterna de la Torre de Babel, con el catalán como única bandera en sus torreones, esas letrinas inmundas- obligan a reconsiderar todas las conclusiones (las de la lógica y el sentido común) para caer, de lleno, en su envés dialéctico.

El aliño reparador de los socios y, sobre todo, el de sus sociedades afines y militantes exige la oscuridad del légamo, el peaje volátil en la aduana escabrosa de las penumbras, el oscuro manto del plomo y la negritud intocable del silencio. Al final, se impone lo que llaman la realidad, y es sólo su clon manipulado, su simplificación, su ridícula y cruel parodia.

Pero el asunto tampoco nos pilla de improviso. De hecho, nos pasamos la vida entre educadores y médicos. Gentes a las que acabamos tomando cariño porque su labor nos deja huella interior y exterior, nos convierte en lo que somos, mutilándonos, sí, en ocasiones, pero mejorándonos y hasta salvándonos, también, cuando es preciso. Y hay un trasfondo humano en esa relación de toda una vida que nada tiene que ver con la acción de un Govern sin más brújula que cumplir un expediente frívolo y exasperante: la nomenclatura de la estupidez y los compromisos adquiridos, la burocracia del caos, la alargada política de la usura.

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