LA TELARAÑA: El mantra de la impotencia

sábado, abril 30

El mantra de la impotencia

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que con una deuda de 8.000 millones Antich puede prometer lo que no ha cumplido esta legislatura?

Sí. «Que no nos quiten la gloria del intento», leo, en una página cualquiera de la Red, que le dijo Sancho Panza a Don Quijote, mientras ambos recorrían, a lomos, el uno de su infortunio y el otro de sus delirios, los infinitos paisajes que pueden llegar a existir entre la realidad y el deseo. Y más allá. O viceversa. Pero esa misma cita la busco, luego, en las 1254 páginas digitales de los dos gruesos tomos de Miguel de Cervantes y no me la encuentro por ningún lado. Ni del derecho ni del revés. Ni como metáfora ni como acertijo. Ni como interpretación o reescritura. Tampoco como elipsis. No me aparece en absoluto y su ausencia me deja meditabundo, a medio camino de la gloria, perdido en el intento, pero sabiendo que la proposición podrá parecer muy quijotesca y que, al fin y a la postre, así es como se alienta la sangre de los mitos y se engendran las leyendas, con frases hurtadas al vacío y las lápidas, con sofismas y tergiversaciones donde el filo del lenguaje se deshace y bifurca y la verdad y la mentira son sólo adjetivos de usar y tirar, cómplices ingenuos, pero necesarios, de una voluntad antigua de poder y supervivencia, de poder y muerte, de poder e inercia. De poder y nada.
Quizá sea por eso, cómo no, que Francesc Antich empieza su campaña igual que empezara la de hace cuatro años. Con las mismas promesas agitándole el flequillo y los carrillos. Es normal. Es lógico. Cuatro años no son nada si te los has pasado en tierra de nadie, en el limbo y en la inopia, en el purgatorio infernal de un pacto contra natura, la mitad reservada y oscura, fúnebre, de una danza espectral del brazo -si no viril, sí musculoso- de unos socios mutantes y abusivos, obsesivos, tenaces. Cuatro años son un simple parpadeo si los pasaste dormido, atiborrado de sedantes y pócimas ajenas, embaucado por ideas de bomberos y fuegos fatuos. Cuatro años no son nada si nada hiciste.
Así que ahora toca reiniciar el sistema. Regresar a la pantalla de bienvenida y enfrentarse al escritorio desolador de una realidad tozuda. Muy tozuda. La deuda es mayúscula. La educación, un caos. Las VPO, un fracaso. La economía, una catástrofe. No extraña que a Antich sólo le quede repetirnos el mantra de sus recetas de siempre. Son un hilillo de niebla, un sarpullido de impotencia, un breve estallido anterior al inmediato silencio, sí, pero es que no tiene otras. Y bien que lo sabe.


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