Reflexiones de Arcadio Pardo sobre El Árbol de Teneré
Árbol de Teneré. Por Arcadio Pardo.
Este libro es un libro mayor, en su forma y su contenido. No me gusta
llamarlo “mensaje” porque se ve que no hay intención de elaborar un mensaje.
Más bien un desahogo.
Un poema largo que me parece tiene dos conjuntos. El segundo empieza, a mi
parecer, en la pág. 40 (“Persiste el eco
del monólogo…”).
Todo el poema es una emanación, una madeja que se desmadeja. Y aunque no se
presiente el tema central, uno recibe su poesía como un viento que está en
todas partes a la vez.
Poema de soledad como ese árbol del que todavía no se habla. Poema de
testimonio de destrucción.
El árbol de Teneré aparece primero en pág. 23 y más adelante en pág 43 y cubre lo anterior
y lo todavía por decir. La lectura se clarifica. Conciencia de la necesidad de
clarificar precisamente: el Árbol de
Teneré, ese espejismo que voy callando desde el primer verso.
El poema tiene una estructura simétrica: las velintonias / las termitas, y
la realidad que no puede ser un mal
principio en el inicio y esa misma realidad que no puede ser un buen final cerrando el poema. Y también las
velintonias que reaparecen cuando el poema se cierra Así se aclara la impresión
general de desencanto, de destrucción.
Otra oposición: ¡Oh, y cuántos
requiebros y qué inútiles al fin las palabras! al principio del poema (pág.
18) que se cambia en este estupendo final: Siempre
habrá vida mientras haya discurso (pág. 67). Puede sea esto, por otra parte,
una de las pocas vivencias que van hacia la luz.
También hay que poner de relieve todas las referencias al amor, siempre
discretas y temblorosas como única vía de salvación. Me atrae esta estrofa de
pág. 50: Ah, el recuerdo de tus muslos prendidos en seda … Mi refugio. El testamento.
Y poco después esto: Respiro en tus
pulmones… Respiro en tu nombre… Las
referencias al amor en Árbol de Teneré rezuman
verdad, sinceridad, espontaneidad.
Fuera del poema me encuentro, celoso, con un verso que ¡ay! me hubiera
gustado escribir: en tus ojos refulge un
tiempo antiguo (pág. 63).
Toda la pág. 19 es un testimonio de inmensa ternura. Me da la impresión de
que hay ahí una fe en la vida ensanchada, prolongada por el amor. Quizás la
única por otra parte en este libro en el que el sentimiento mayor es de
negación: El desencanto nos vence sin tan siquiera derrotarnos (pág. 23).
Yo creo que todo lo que dice todo poeta es siempre verdad y que el poeta no
se equivoca nunca, aunque diga a veces lo contrario de lo que ya ha dicho. Este
libro me lo confirma, a propósito de la soledad
que al principio provoca un terror
animal a la soledad y al silencio (pág. 27) y viene a ser después, o
incluso a la vez, el sustento de la vida: Pero
la soledad me alimenta más que nada en la vida porque en ella está el amor.
No, no el amor, tú.
En relación con esto, el contraste en versos próximos entre algo luminoso y
algo tenebroso, como en pág. 49 en que se encuentra uno con estos versos de luz
aunque empañada de frialdad: Hay una
estrella de hielo / en todos los renglones de esta historia, y esos mil cadáveres distintos…
El poema mantiene la tensión del principio al final como un soplo que no se
interrumpe.
El soneto 6 me parece de lo más expresivo del libro en la expresión del
amor.
También podría decirse que este libro tiene mucho de confesional y que la
confidencia atrae al poeta más que la consideración del mundo exterior que, sin
embargo, aparece en ráfagas diseminadas por el texto.
Un libro grande de los que apaciguan pero también inquietan y acompañan.
***
No puedo añadir nada, salvo darle las gracias a Arcadio Pardo por su atenta, experimentada y generosa visión de mi libro. Gracias!!!
Etiquetas: Creación, Literatura
2 Comments:
No hay mejor mensaje que un desahogo.
Y el gran vacío posterior hehehehehehe :-P
Publicar un comentario
<< Home