No tengo ningún problema en leer las diversas páginas webs
corporativas del gobierno de Bauzá
en catalán. O sea, que las recorro sin necesitar ayuda alguna de los
traductores automáticos -altamente traicioneros- de Google o Bing. Por otra
parte, también existe la opción, aunque marginal y poco visible, de acceder a
las versiones en castellano, francés, inglés o alemán. ¿Quién da más, podría
pensarse?
Pues no sé. La cuestión es que, seleccionado el español como
idioma de lectura, la curiosidad te acaba conduciendo, a los dos o tres clics,
a algún texto escrito sólo en catalán. ¡Pero no pasa nada! O al revés, porque
puede que te encuentres, a veces, con enlaces tan reveladores que casi que lo acabas,
entonces, entendiendo todo. El tema de la Eurorregión, por ejemplo.
Así, clicando al azar, pasé ayer de «L'Euroregió Pirineus
Mediterrània», como la glosan en catalán, a leer (en otra página escrita en
perfecto francés) sobre la bondad de un futuro compartido por «l'Aragon, la
Catalogne, les Illes Baléares, le Languedoc-Roussillon et Midi-Pyrénées». No me
valen, pues, las críticas a la falta de bilingüismo. Ni preciso que me
traduzcan nada más para visionar buena parte del delirio de la Gran Cataluña. O
quizá el delirio entero.
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